La negativa del 'núcelo duro' de la compañía supone un duro revés para las pretensiones de Villalonga.

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Telefónica y la operadora holandesa KPN han decidido de común acuerdo suspender sus conversaciones de fusión por considerar que no concurren las circunstancias idóneas para alcanzar el éxito de la operación. El consejo de administración de Telefónica analizaba desde el jueves la posible integración con la operadora holandesa, pero la participación del Estado holandés en el accionariado de la compañía ha complicado la operación, a la que se ha opuesto el Gobierno español.

La compañía holandesa asegura que continuará negociando con otros socios una posible alianza. Con estas negociaciones Telefónica ha conseguido ganar en una semana cerca de 900.000 millones, pero no ha conseguido llevar a cabo su proyecto de fusión tras la oposición del 'núcleo duro' de la operadora formado por BBVA y La Caixa. Finalmente parece que la alianza para crear la novena operadora del mundo no pudo ser. El acuerdo podría haber materializado la creación de una empresa conjunta en la que Telefónica controlaría el 60% y la holandesa el 40% restante.

El Gobierno español se opuso desde un primer momento a la operación y remitió una carta en la que señalaba que para aceptar la fusión entre Telefónica y la operadora KPN era necesario que el Estado holandés abandonara su posición de accionista principal de la compañía «de forma irreversible e inmediata».

A este respecto, el ministro portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, aseguró ayer que la posible fusión sería contradictoria con el proceso de liberalización de las telecomunicaciones en España y en Europa. «Si seguimos un proceso de liberalización del sector de las telecomunicaciones a nivel nacional y de privatización de una empresa como Telefónica, sería contraproducente que esta misma empresa pasase a tener una participación accionarial de un gobierno europeo».

Por su parte, el Gobierno de Holanda insistió ayer en que adelantaría a enero de 2001 su salida de la operadora, prevista inicialmente para 2004. Pero Rato considera que los compromisos que asumió el gobierno holandés deberían producirse con mayor rapidez y estar sujetos a mayor detalle y concreción antes de adoptar una decisión al respecto.