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El líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Josep Lluís Carod-Rovira, saludó la entrada en el Parlament del lehendakari, Juan José Ibarretxe, con un grito de «Gora Euskadi». Los diputados de ERC se levantaron y apludieron, ante la indiferencia de los diputados del PP, la mayoría de los del PSOE y el diputado de IC, José Luis López Bulla. Algunos diputados del PSOE sí se levantaron, pero no aplaudieron. El presidente del PP catalán, Alberto Fernández Díaz, tampoco acudió a la reunión institucional que mantuvo el lehendakari con todos los grupos.

El lehendakari fue recibido por el presidente de la Cámara, Joan Rigol, y tras pasar revista a una unidad de Mossos d'Esquadra pasó a la tribuna de invitados del hemiciclo en el momento en que intervenía el socialista Martí Carnicer. Al finalizar su exposición, Rigol dio la bienvenida al lehendakari, momento en el que los diputados aplaudieron. Justo al final de los aplausos, Carod-Rovira lanzó su grito. Rigol recriminó la «irregularidad» a los diputados de ERC.

Posteriormente, el lehendakari abandonó el hemiciclo para conversar por espacio de 10 minutos con Rigol, una conversación a la que después se sumaron el socialista Pasqual Maragall, Rafael Ribó de IC-V, Ramon Camp de CiU, y el propio Carod-Rivera. La indiferencia del PP en el hemiciclo se trasladó a esta reunión, ya que el presidente popular, Alberto Fernández Díaz rehusó acudir a la misma.

Fernández Díaz aseguró que su partido ha «expresado nuestro respeto institucional, pero nuestra discrepancia política», ya que el lehendakari «viene a Catalunya a explicar lo inexplicable, que es que un partido que se dice democrático gobierna con el apoyo de EH, que no rechaza la violencia y apoya los planteamientos de ETA». El resto de formaciones presentes en el hemiciclo censuraron tanto la actitud de ERC como la del PP. Horas después, el lehendakari Ibarretxe pedía que todos los partidos vascos constituyan un foro de diálogo que tenga como principio fundamental el respeto a la vida y que promueva un referéndum en el que los ciudadanos puedan reclamar el derecho a decidir «libre y democráticamente» su propio futuro.