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El concejal del PP en Durango asesinado ayer por ETA, Jesús María Pedrosa, había recibido amenazas en numerosas ocasiones, una de las últimas se produjo el pasado mes de diciembre, cuando recibió, en fechas próximas a la Navidad, una botella de agua vacía en su domicilio. Pedrosa explicó posteriormente que la banda terrorista utiliza este método como una amenaza para acusar a quien lo recibe de cenar tranquilamente en su casa en fechas navideñas, en contraposición con los presos de ETA que no están en esas mismas condiciones.

En declaraciones al programa de Carlos Herrera de Radio Nacional en diciembre de 1997, Pedrosa dijo: «La pasada Navidad (de 1996), a las 8 de la tarde, recibí la 'botella vacía' en la que habían adherido un mensaje en el que se me decía qué poca vergüenza tengo al cenar con mi familia cuando los presos de ETA están en la cárcel». Pedrosa señaló en esas declaraciones que no quería irse de Durango y que si lo tenía que hacer era para ir al cielo. «No sé si iré al cielo o al infierno, procuraré ir al cielo, pero de lo que sí estoy seguro es que no me voy de Durango. Con guardaespaldas o sin ellos, intentaremos hacerlo lo mejor posible desde el Ayuntamiento por el bien de los ciudadanos de Durango», explicó la última víctima de ETA.

No era esta la primera vez que Pedrosa aparecía en el punto de mira de los radicales, ya que también un año antes, en diciembre de 1998, a los tres meses y medio de que ETA declarara la tregua, fue objeto de amenazas. El 28 de diciembre de ese año, miembros de Gestoras pro Amnistía se concentraron frente al domicilio de Pedrosa en Durango, subieron hasta su piso y dejaron en la puerta una carta en la que le acusaban de ser responsable de la dispersión de los presos de la banda terrorista. También pegaron muñecos en su casa en los que se le amenazaba con la siguiente frase: «Tu no eres inocente».

En octubre de 1999 los pro etarras colocaron carteles amenazantes contra los concejales del PP en Durango en los que se les advertía: «Si quereis guerra la vais a tener». En los carteles, en los que se les acusaba de ser responsables de la dispersión de los presos de ETA, aparecieron las fotos de los cuatro ediles y sus teléfonos. Unos meses antes, en abril de 1999, grupos de radicales se concentraron frente a la vivienda de los concejales del PP en Durango, intentaron atacar las casas y la Ertzaintza intervino realizando varias detenciones.

Desde el asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995, la banda terrorista ha matado a ocho ediles del PP. Los atentados etarras han causado la muerte a 23 políticos desde 1973