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Sindicatos y patronal entraron ayer de lleno en el diálogo social al reunirse para evaluar el resultado de los Acuerdos Interconfederales de 1997, determinar los temas pendientes y fijar una agenda de temas a negociar en encuentros posteriores, al tiempo que establecieron un calendario de reuniones «intensas» para julio y la fijación del temario para el otoño. Ambas partes manifestaron su disposición a tratar «temas espinosos» y a que estas negociaciones no estén condicionadas por un horizonte temporal. Los agentes sociales coincidieron en que la prioridad del nuevo proceso de negociación del diálogo social será reducir la temporalidad y lograr empleo más estable y de más calidad.

La de ayer fue la primera toma de contacto entre los máximos dirigentes de los interlocutores sociales, después de que el presidente del Gobierno, José María Aznar, se reuniera por separado con todos ellos el pasado 1 de junio para formalizar el inicio del diálogo social. Tras unas dos horas de reunión, y aunque los representantes sindicales asistían a estas negociaciones sin ninguna condición al temario, lo cierto es que las centrales han insistido en la necesidad de ahondar en la reducción de la temporalidad de la contratación, que todavía afecta a un tercio de los trabajadores asalariados, en la elaboración de medidas relativas a la lucha contra la siniestralidad laboral y en el refuerzo de negociación colectiva.

CC OO y UGT también señalaron como tema a tratar la reducción y reorganización del tiempo de trabajo, como marco previo para avanzar hacia la jornada de 35 horas semanales. Un tema que la patronal considera «espinoso», lo mismo que el del coste del despido. CEOE insiste en que las intenciones de los empresarios están dirigidas a ahondar en la reforma de 1997, que ha permitido la creación de dos millones de empleos, y asegura que no se han establecido límites para la negociación.