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Las concentraciones de repulsa a la violencia terrorista convocadas ayer en toda España y a lo largo de toda la jornada por la muerte del empresario José María Korta, sirvieron también para lamentar el asesinato de Francisco Casanova. En Zumaia se celebró la manifestación más importante. El alcalde la localidad, Ricardo Peña advirtió a ETA que «la tierra anegada en sangre es totalmente estéril». El lehendakari, Juan José Ibarretxe, acudió a la manifestación acompañado del portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz y el consejero de Educación, Inaxio Oliveri.

Movimiento contra la Intolerancia convocó diversas manifestaciones en varias ciudades como Madrid, Zaragoza, Barcelona, Sevilla, Valladolid y Jerez de la Frontera. En la manifestación de la capital de España estuvieron presentes el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Miles de personas en todo el país se sumaron por la mañana a las concentraciones de repulsa contra los últimos atentado de ETA, en unos minutos de silencio clamoroso que recorrieron desde Santiago de Compostela hasta Cádiz pasando por casi todas las ciudades. En todas ellas las autoridades locales tuvieron palabras de rechazo al terrorismo y la petición del cese de la violencia.

A la misma hora, en Zumaia, cientos de vecinos se reunieron frente al Ayuntamiento. Todos ellos guardaron quince minutos de silencio en un acto especialmente conmovedor por haber numerosos familiares y amigos de la última víctima de ETA, entre ellos miembros de la patronal vasca. Varios representantes políticos, como Ibarretxe, o el portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz, tampoco pudieron reprimir las lágrimas. El silencio fue roto por unos aplausos que se prolongaron durante varios minutos. A las siete de la tarde en la capilla de Santiago Apóstol se ofició el funeral por José María Korta. Un representante de la familia del empresario leyó un comunicado en el que aseguró, dirigiéndose a la penúltima víctima de ETA, que «no podrán matar su esperanza, porque la llevamos en el corazón». El funeral fue oficiado por el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, que calificó el asesinato de «vergonzoso, lamentable, injusto e inhumano».