El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, se reunirá el
próximo jueves, 26 de julio, en Londres con su homólogo del Reino
Unido, Jack Straw, para reanudar el proceso negociador abierto en
1984 en Bruselas sobre la soberanía de Gibraltar. Así lo anunció
ayer tarde la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de
Asuntos Exteriores en un comunicado, en el que se recuerda que la
última reunión ministerial del Proceso de Bruselas tuvo lugar el 10
de diciembre de 1997. En aquella reunión, que también se celebró en
Londres, el entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Abel
Matutes, ofreció a Gibraltar amplios poderes jurídicos,
legislativos y de gobierno, y el mantenimiento de sus ventajas
aduaneras y fiscales.
Fuentes de la OID destacaron la importancia de reabrir este
diálogo y recalcaron que la propuesta española que presentó Matutes
hace cuatro años sigue encima de la mesa. Piqué y su homólogo ya
habían hablado de manera informal, en las reuniones de ministros de
Luxemburgo y Bruselas, sobre la posibilidad de reanudar el Proceso
de Bruselas. Las fuentes consultadas explicaron además que en los
últimos tiempos se han registrado hechos destacados en torno a
Gibraltar, como la avería del submarino nuclear británico
«Tireless», que se vio obligado a atracar en el Peñón durante casi
un año hasta su partida el pasado mes de mayo. Estas mismas fuentes
insistieron en abordar el proceso negociador con tranquilidad y
parsimonia, desde el convencimiento de que es un contencioso largo
y difícil, y subrayaron la necesidad de establecer entre ambas
partes los niveles de confianza necesarios.
España y Gran Bretaña acordaron en Bruselas, el 27 de noviembre
de 1984, celebrar reuniones anuales para tratar asuntos sobre la
cooperación entre Gibraltar y su entorno y negociar los asuntos del
Peñón, incluidos los asuntos de soberanía. Actualmente la propuesta
española consiste en otorgar a Gibraltar un estatuto de autonomía
con amplias competencias, como el de Cataluña y el País Vasco, que
incluye el mantenimiento de la lengua inglesa en la colonia y la
libre elección de nacionalidad británica o española, así como la
preservación de las peculiaridades fiscales y financieras en la UE,
y ofrece una soberanía compartida durante un período de al menos 50
años. El Reino Unido ve de momento inviable una soberanía conjunta
y ha dejado claro que no será tomada una decisión sin contar con la
opinión de la colonia.
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