Estado en el que quedaron los accesos al aparcamiento de la plaza Colón de Madrid.

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Fuentes policiales indicaron que nada más recibirse la llamada de aviso, se montó el dispositivo policial correspondiente en estos casos y que éste funcionó adecuadamente, pero ni los agentes ni los perros detectaron el explosivo. Al no hallar ningún vehículo sospechoso, los agentes abandonaron la zona y se desmontó el dispositivo, pero el coche, según reflejan las cámaras de Telefónica, permaneció en ese lugar hasta que fue retirado a las 20.00 horas por la grúa.

Pese a que los perros adiestrados en explosivos llegaron a acercarse al vehículo, un Ford Fiesta de color blanco, según la policía, con placas de matrícula dobladas, no detectaron nada, tal vez, según explicó el director general de la Policía, Juan Cotino, porque los terroristas habían puesto en el artefacto alguna sustancia para evitar que fuera detectado.

Las mismas fuentes precisaron que todo el dispositivo funcionó correctamente y que el único fallo fue el de los propios terroristas, que programaron mal el temporizador por error y el coche-bomba explosionó doce horas más tarde de lo previsto, en el aparcamiento de Colón donde fue trasladado por la grúa municipal.

La Policía mantiene que el objetivo de ETA en esta ocasión era sembrar el caos en las proximidades de la zona donde a las doce de la mañana daba comienzo el desfile militar con motivo de la celebración de la fiesta de la Hispanidad.

El hecho de que en el aviso de los terroristas no se aportaran detalles sobre el coche -al contrario de lo que ocurre en otras ocasiones, aunque no siempre- hace pensar a los investigadores que ETA pretendía que el vehículo explosionara «fuera como fuera», añadieron las fuentes.