El Gobierno rechazó ayer una huelga general contra la reforma del
desempleo, mientras que los sindicatos siguieron sin mencionar la
palabra huelga, aunque mantuvieron sus amenazas de movilizaciones
si se sigue adelante con la propuesta de reforma del sistema de
protección de desempleo. El ministro de Economía, Rodrigo Rato,
afirmó que la posible convocatoria de una huelga general contra la
propuesta de reforma del Gobierno no es «el camino más positivo»
para crear empleo en España y mejorar la situación de los
trabajadores. Rato subrayó que la decisión de convocar la huelga
corresponde a los sindicatos, pero añadió que «serán los
trabajadores los que evaluarán» si esta iniciativa es conveniente
en el contexto actual.
En el PP también se alzaron voces contra la posibilidad de
huelga general y el secretario general de la formación, Javier
Arenas, aseguró que «no hay ni un sólo motivo que avale» esa
convocatoria con la que amenazan los sindicatos. Arenas afirmó que
el Gobierno mantiene abierto el diálogo social y sostuvo que la
reforma planteada «no lesiona ningún derecho de ningún trabajador,
sino que lo que hace es modernizar el sistema de desempleo». Desde
CC OO, el secretario de Organización, José Luis Sánchez, acusó al
Ejecutivo de Aznar de querer instaurar una etapa de «inestabilidad
social» al desafiar a los agentes sociales con la imposición de la
reforma del desempleo. Sánchez anunció que el comité confederal de
CC OO acordó por unanimidad iniciar de inmediato las
movilizaciones, aunque sin mencionar la convocatoria de huelga
general, para protestar contra la reforma planteada por el
Ejecutivo.
Por su parte, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, hizo
«un enésimo llamamiento» al presidente del Gobierno, José María
Aznar, para que retire el proyecto de reforma y advirtió que, de
mantener el Gobierno sus pretensiones, el 1 de mayo la petición
sindical de retirada del documento de reforma «será un clamor». A
su juicio, la reforma propuesta «es una agresión grave y seria a
los trabajadores en paro y a todos los trabajadores en general»,
por lo que afirmó que en la reunión del próximo lunes 29 entre los
sindicatos y el Ministerio de Trabajo «no saldrá absolutamente nada
de nada» si el Gobierno persiste en su actitud.
El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero,
tildó de «desfachatez» que el Gobierno pretenda abaratar el despido
y argumentar a la vez que «buena parte de la culpa de los que están
en paro la tiene los propios desempleados». En su opinión, lo que
se deduce es que el Gobierno quiere «que los españoles trabajen más
y ganen menos». Además, el secretario de Organización del PSOE,
José Blanco, opinó que «venimos asistiendo, desde hace algún
tiempo, a la quiebra del dialogo, no solamente social, con un
Gobierno prepotente y que trata de imponer sus criterios», y añadió
el Ejecutivo «debería preocuparse en dar respuesta a los problemas
de empleo que tiene España» y garantizar «el empleo de
calidad».
Por su parte, el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares,
apoyó una huelga general que sirva «para parar los pies al PP en su
modelo social, en el intento de romper los acuerdos sociales y de
crear un sistema asistencial que sustituya al sistema de
bienestar», y opinó que «puede ser adecuado» que la protesta
«coincida con la presidencia española de la Unión Europea». También
hubo quien se mostró esperanzado en que la huelga no se llegue a
convocar, como el secretario de Estado de Economía, José Folgado,
que opinó que «la labor de diálogo» del Ministerio de Trabajo con
los interlocutores sociales podría evitar «decisiones de carácter
radical que no conducen a ningún lado». A tan sólo tres días de la
celebración del Día del Trabajador, los principales sindicatos del
país ya han establecido las consignas a corear en las
movilizaciones y la mayoría girarán en torno a la reforma del
desempleo, la siniestralidad laboral y en favor de la defensa de un
empleo digno.
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