La sesión conmemorativa del XXV aniversario del Senado de la
democracia se convirtió ayer en un homenaje a las víctimas de ETA y
en una reivindicación del espíritu constitucional y su prevalencia
frente a la violencia terrorista.
La viuda de Enrique Casas, la eurodiputada socialista Bárbara
Duhrkop, tomó la palabra en nombre de todos los familiares para
agradecer la concesión de la medalla de honor del Senado que se
otorgó a título póstumo a los tres parlamentarios.
Aseguró que «aquellos que se amparan en la democracia para
destruirla no tienen cabida en nuestro sistema, como tampoco lo
tienen los que jalean, cobijan y ayudan a los terroristas».
La eurodiputada, que arrancó una larga ovación tras su discurso,
quiso recordar a todas las víctimas de ETA «porque cada individuo
es único e irrepetible» y «detrás de cada uno había proyectos de
futuro cuyo derecho a la vida les arrebataron unas mentes perversas
y totalitarias». Para Duhrkop, «estas mentes totalitarias son hijas
de un nacionalismo exacerbado y mal entendido, ese nacionalismo
pervertido que en mi tierra, Alemania, llevó a miles de judíos al
exterminio».
Senadores de la Legislatura constituyente y de la actual se
reunieron en el antiguo salón de plenos de la Cámara Alta para
conmemorar los veinticinco años transcurridos desde que, el 13 de
julio de 1977, iniciara su labor el Senado en una reunión celebrada
en una sala del Congreso de los Diputados.
Los familiares de los tres senadores asesinados por ETA desde
1977 (Enrique Casas, Manuel Broseta y Manuel Giménez Abad) se
convirtieron en protagonistas de un acto, al que acudieron el
presidente del Gobierno, José María Aznar, cinco de sus ministros,
representantes de las altas instituciones del Estado y de las
fuerzas políticas parlamentarias.
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