La Guardia Civil traslada a uno de los presuntos terroristas detenidos en la operación llevada a cabo en Valencia.

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Los cuatro valencianos y el paquistaní detenidos por la Guardia Civil la noche del viernes en Valencia y Logroño están presuntamente relacionados con el aparato financiero de organizaciones terroristas islámicas, en especial con Al Qaeda. Así lo dijo el ministro del Interior, Angel Acebes, que anunció que también se investiga si prestaron funciones de apoyo en el atentado cometido en Yerba (Túnez).

De hecho, esta operación se ha realizado a partir de una comisión rogatoria de la Justicia francesa relacionada con ese atentado, en el que fallecieron 16 personas, entre ellas 14 ciudadanos alemanes y otros dos franceses. Se cree que los detenidos podrían haber prestado labores de apoyo para la comisión de este atentado.

Los detenidos en Valencia, en las localidades de Cullera y Paiporta, son María Dolores Cerdá Ibáñez, Enrique Cerdá Ibáñez, Federico Tarazona y Francisco Palop Monje, todos ellos sin antecedentes. La quinta detención, la del ciudadano paquistaní Ahmed Ruksar, se produjo en Logroño.

Las actuaciones apuntan hacia la vinculación del dirigente de Al Qaeda Khalid Sheik Mohamed con las personas detenidas. Este miembro de la organización terrorista de Bin Laden, detenido recientemente en Pakistán, estaba considerado como el cerebro de las operaciones terroristas, y se le atribuye la orden y dirección del atentado perpetrado en Yerba (Túnez) el pasado año.

La operación se produjo por orden del titular del Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, y supuso también el registro de una docena de registros en los domicilios y empresas (Hispania de Calcomanías, Onix Hispania Valencia, TECDECER, Ceramin Management Technology, Pesca Deportiva Rubén y el barco 'Hispania C.') de los detenidos, donde se incautó de abundante documentación.

Las investigaciones policiales apuntan a la existencia de un entramado de personas y organizaciones en nuestro país, integrado en Al Qaeda, y cuya función sería la de enviar fondos a distintos lugares del mundo por sistemas bancarios ordinarios para, entre otras funciones, mantener económicamente a la organización, adquirir material, facilitar los desplazamientos y ocultamiento de sus miembros.