El ministro de Justicia, José María Michavila, y Esperanza Aguirre mantuvieron ayer un encuentro con 25 jóvenes simpatizantes del PP, nacidos el año en el que se promulgó la Constitución.

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ETA ha pedido por primera vez en su historia, el tercer grado y la libertad condicional para un grupo de 100 presos etarras a través de sus abogados. Con este cambio de estrategia, la banda pretende paliar la baja moral de sus reclusos y reducir la presión que, a juicio de los terroristas, sufre este colectivo.

Esta medida, que pretende además tantear al nuevo juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, no es una iniciativa propia de los reclusos, sino una propuesta adoptada por la dirección de la banda terrorista, que hasta ahora, rechazaba que sus presos pidiesen la clasificación en tercer grado.

Para poder acceder al tercer grado, los presos etarras, como cualquier otro recluso, tienen que pedir perdón de manera explícita a las víctimas y aceptar la responsabilidad civil derivada de sus delitos en caso de ser condenados a ello por sentencia.

Las medidas que debe adoptar el juez para conceder al preso la libertad condicional son que el recluso esté clasificado en tercer grado, que tenga las tres cuartas partes de la condena cumplida y un pronóstico favorable de reinsercción.

La banda terrorista intenta dar la sensación de que mima a sus presos, en un momento de especial dificultad para el colectivo, pues su moral se encuentra mermada después los éxitos policiales en la lucha antiterrorista y el desmantelamiento de las estructuras políticas y sociales del entorno etarra.