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El número dos de ERC por Barcelona, Joan Puigcercós, aseguró ayer que hasta después de las elecciones del 14-M no se decidirá el futuro político de Josep Lluís Carod-Rovira, que en breve dejará el Gobierno de la Generalitat para encabezar esa candidatura republicana. El presidente catalán, Pasqual Maragall, aseguró que su Ejecutivo no dejó de trabajar a pesar de la polémica abierta por la reunión de Carod con la cúpula etarra.

Puigcercós rechazó que existe una división interna en ERC por la entrevista entre su secretario general y la dirección de la banda terrorista ETA. Lo que sí hay, dijo, es un intento por parte del Gobierno central de «desestabilizar, primero a ERC, luego al Gobierno catalán y después al PSOE». En ese sentido, lamentó la alianza entre PP y CiU para realizar «un ataque frontal» tanto a la Generalitat como al propio Carod-Rovira.

Carod dejará el Gobierno de la Generalitat con toda probabilidad mañana. Él mismo ha insinuado la posibilidad de no llegar a tomar posesión de su escaño en el Congreso, que conseguirá con seguridad tras el 14-M, y permanecer en el Parlament. «Eso lo decidiremos después de las elecciones», dijo Puigcercós, que no dudó en alabar la importancia de Carod en el seno de ERC.

El secretario general de la federación convergente, Josep Antoni Duran Lleida, dijo en cambio que todo lo sucedido «es un regalo político para el PP» por parte de ERC. Y a Carod-Rovira le acusó de engañar a los ciudadanos durante la campaña para las elecciones catalanas «cuando hablar de equidistancia», cuando «se hace ver que se empieza una conversación en serio con CiU para intentar llegar a un acuerdo», como se toma la decisión de hablar con ETA «y no se es leal al presidente de la Generalitat», y también cuando se presenta a unas elecciones «que, además, plantea como plebiscito en el tono más populista y demagógico posible».

El presidente del PP de Catalunya, Josep Piqué, afirmó por su parte que el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, «debería decirle a Maragall que deje de ser el presidente de la Generalitat» por su actuación en la crisis provocada por el conseller Josep-Lluís Carod-Rovira a raíz de su reunión con miembros de ETA. Posteriormente, el PP matizó que no se refería a la dimisión de Maragall.