Los terroristas islámicos que murieron el pasado 3 de abril en la
explosión que ellos mismos causaron en una vivienda de Leganés
(Madrid) telefonearon a un líder espiritual encarcelado en Londres
para que autorizara el suicidio colectivo cuando ya habían sido
acorralados por la policía.
Los fallecidos en la explosión también realizaron otras llamadas
ese mismo día, algunas de ellas a Indonesia, dirigidas a alguna
persona del entorno del ulema Abu Bakar Bashir, detenido por su
supuesta relación con los atentados de Bali, perpetrados en octubre
de 2002 y en los que murieron 202 personas.
Según fuentes de la investigación, este líder es el dirigente
jordano de Al Qaeda Abu Qatadah Al Falastini, actualmente en
prisión en el Reino Unido y al que los terroristas llamaron tres
veces.
Además, los terroristas se pusieron en contacto telefónico esa
misma tarde con un profesor universitario de Túnez, formador de
salafistas.
Abu Qatadah, acusado de varios atentados en Jordania contra
intereses israelíes y estadounidenses y detenido hace dos años en
el Reino Unido, es el autor de una grabación, hallada en 2002 por
la policía italiana, en la que amenaza en nombre de Al Qaeda con la
destrucción de Roma.
Según una reproducción de esa grabación, que el pasado mes de
abril fue publicada por el semanario italiano «Panorama», Abu
Qatadah afirmó que «el objetivo del Islam es conquistar toda la
tierra y Roma será conquistada con la fuerza». «La destrucción de
Roma se debe consumar con la espada; quien destruirá Roma está ya
preparando las espadas. Roma no será conquistada con la palabra,
sino con la fuerza de las armas», agregaba.
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