Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Urbana de
Barcelona consiguieron desalojar la madrugada de ayer a los cerca
de 1.700 inmigrantes que permanecían encerrados desde el sábado por
la tarde en la catedral de Barcelona, en demanda de papeles. La
Asamblea por la Regularización Sin Condiciones (ARSC) no descarta
convocar un nuevo encierro en las próximas horas, en caso de que no
se negocie dicha regularización. El presidente de la Generalitat,
Pasqual Maragall, afirmó que casos como éste es normal que se
repitan porque para muchos la situación se convierte en un «drama».
Asimismo aplaudió la actuación pacífica de los encerrados, así como
el buen hacer de los efectivos policiales.
Los encierros, cuyos antecedentes se remontan al año 2001 cuando
cerca de un millar de inmigrantes que reclamaban lo mismo se
encerró en 10 iglesias de Barcelona, se produjeron tras la
celebración de una asamblea de inmigrantes y una manifestación
posterior. Lo que reclaman «son papeles para todos» por parte del
Gobierno central, que implica la apertura de un proceso de
regularización extraordinario. Al llegar la manifestación a la
altura de la catedral, la situación derivó en encierro. El cura
abrió el claustro ayer para que tuvieran acceso a un baño, les
pidió que respetaran el edificio y mantuvieron el máximo silencio
posible.
Eran las 4.00 de la madrugada cuando la Policía reclamó a los
inmigrantes que salieran de forma voluntaria en el transcurso de
media hora. Después de mantener varias conversaciones en la puerta
del templo con representantes de las administraciones central y
catalana, del arzobispado de Barcelona, de Càritas Barcelona, estos
pidieron media hora más y, al poco tiempo, salieron aproximadamente
la mitad, seguidos después de otros tantos. En la iglesia del Pi,
un grupo minoritario formado por casi 200 personas también se
encerró la noche del sábado, que finalmente salió pacíficamente a
las 9.00 horas de ayer.
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