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Los Reyes presidieron ayer el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional, que rindió homenaje a los fallecidos en el siniestro del helicóptero en Afganistán y a los países iberoamericanos, y que no contó con representación de IU y ERC.

En las tribunas de autoridades estuvieron los presidentes del Congreso y del Senado, todos los miembros del Gobierno (salvo los ministros de Justicia y de Educación) y todos los presidentes autonómicos (excepto el lehendakari).

Bajo la amenaza de lluvia, que finalmente no cayó, cerca de 4.000 militares, 182 vehículos y unas 80 aeronaves desfilaron durante una hora y media por el Paseo de la Castellana de Madrid, en lo que constituyó el acto central del Día de la Fiesta Nacional.

Desde la tribuna los Reyes presidieron el acto, acompañados por los Príncipes de Asturias, los Duques de Lugo, los Duques de Palma, el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y los presidentes de Chile y Honduras, Ricardo Lagos y Ricardo Maduro.

Un centenar de espectadores, situados en las tribunas cercanas a la plaza de Colón, recibió y despidió a los Reyes con aplausos, y profirió silbidos y abucheos a la llegada y salida del presidente del Gobierno.

Con la llegada de los Reyes comenzó el acto con «El homenaje a los que dieron su vida por España», bajo los sones de «La muerte no es el final», que este año sirvió para rendir un especial recuerdo a los 17 militares muertos en el accidente del Cougar en Afganistán, el pasado 16 de agosto.

A las once en punto comenzaba el desfile aéreo y durante unos diez minutos los miles de espectadores pudieron contemplar el paso de unas 80 aeronaves.

Respecto al desfile terrestre, marcharon unidades acorazadas del Ejército de Tierra y de la Armada. Desfilaron por primera vez en la historia una batería de Misiles «Patriot», recientemente adquiridos a Alemania. Otra novedad fue la participación de militares de todos los países iberaméricanos, excepto Cuba.

En A Coruña, el alcalde socialista Francisco Vázquez presidió un homenaje a la bandera -de tamaño considerable- entre los aplausos de unos y las protestas de otros.