En una tensa jornada, el proyecto de Estatut de Catalunya acaparó
ayer las sesiones de control al Gobierno tanto en el Senado como en
el Congreso. La dura ofensiva del PP al Ejecutivo de Zapatero se
produjo con una escalada en las críticas populares tanto a la
propuesta catalana como a la gestión que de ella está realizando el
Gobierno socialista.
La ofensiva popular comenzó en el Senado. Allí, Zapatero y el
portavoz del PP, Pío García Escudero, se enzarzaron en un tenso
debate en el que los senadores populares tuvieron que ser llamados
al orden en más de una ocasión debido a sus reiterados abucheos y
gritos que interrumpieron en varios momentos las respuestas del
presidente del Gobierno. García Escudero preguntó cuál sería la
fórmula para hacer compatible la identidad nacional de Catalunya
con el artículo 2 de la Constitución, criticando la actitud
«frívola e irresponsable» del presidente al buscar sinónimos como
'comunidad nacional', términos, dijo, muy apreciados por el
nacionalsocialismo o el Chile de Pinochet.
En ambas cámaras, el Ejecutivo trató de sosegar al debate y
acusó al PP de sobreactuar y meter miedo a los españoles. Sin
embargo, abucheos en el Senado y duros ataques en el Congreso para
el presidente del Gobierno y su Gabinete demostraron que el PP no
está dispuesto a ceder un palmo.
Zapatero se remitió a las palabras del popular Josep Piqué,
cuando afirmó que «Catalunya tiene rasgos característicos de
nación, desde un punto de vista cultural, de percepción propia y de
historia». Así, el presidente resaltó que «la fortaleza de la
unidad y la grandeza de la convivencia es saber integrar las
distintas identidades», al tiempo que recordó que «las peores
épocas de este país son aquellas en que se pretendía establecer por
cualquier ámbito ideológico la verdad incuestionable en una
posición». Así, insistió en que España sabe cómo hacer reformas y
«cómo olvidar a los que cada vez que se anuncia una, predicen una
catástrofe».
El líder del PP, Mariano Rajoy, continuó a la carga por la tarde
en el Congreso. «Los gobiernos tienen proyectos, objetivos,
distinguen lo importante de lo que no lo es y, desde luego, no
juegan con lo fundamental», dijo, tras lo que Zapatero hizo un
repaso a las acciones gubernamentales de cara a los españoles y le
espetó «eso es resolver y estar cerca de los problemas de los
españoles».
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