Los momentos más emotivos del acto llegaron cuando tomó la palabra el lehendakari Juan José Ibarretxe, quien leyó un manifiesto institucional consensuado entre todos los partidos. En el discurso, el lehendakari abordó, sin ambages, medias tintas o eufemismos, la responsabilidad de la sociedad vasca y de sus instituciones por no haber podido garantizar los derechos más elementales de todas las personas ni haber sabido «romper el muro de silencio que la violencia iba edificando» en torno a sus víctimas.
Al mismo asistieron unas 1.500 personas, según datos facilitados por Lehendakaritza, de las cuales 140, víctimas directas del terrorismo de ETA y familiares. Además de los partidos que integran el Ejecutivo vasco (PNV, EA y EB), el homenaje contó con el respaldo y participación de dirigentes del PSE-EE y de Aralar, de la patronal vasca Confebask, la Universidad del País Vasco, los sindicatos CCOO, UGT y ERNE y grupos como Gesto por la Paz y Lokarri, entre otros, y con la ausencia del PP Vasco y las organizaciones de la izquierda nacionalista extremista.
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