Tras la lucha contra la corrupción y la defensa del Estado de bienestar ante la crisis económica, Felipe VI ha dedicado el tercer gran apartado de su primer mensaje de Navidad a «la situación que se vive actualmente en Catalunya», para argumentar que «nadie en la España de hoy es adversario de nadie» y que «los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales».
«Lo que hace de España una nación con una fuerza única es la suma de nuestras diferencias, que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar», ha reflexionado, antes de señalar que la «fuerza de la unidad» permitirá «llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las sociedades» y «camina hacia una mayor integración».
«Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la Constitución, que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad; y sigamos construyendo todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro», ha proclamado.
Don Felipe ha recordado que el pueblo español ratificó en referéndum una Constitución de 1978 que consagró la «unidad histórica y política» de España «y reconoció el derecho de todos a sentirse y ser respetados en su propia personalidad, en su cultura, tradiciones, lenguas e instituciones».
Bajo «ese espíritu constitucional», cada pueblo y territorio y cada ciudadano «han aportado lo mejor de sí mismos en beneficio de todos» y, «sin duda, desde Catalunya se ha contribuido a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico», ha destacado el jefe del Estado, antes de afirmar: «Es evidente que todos nos necesitamos».
«Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y el de todos en conjunto», ha insistido, para puntualizar a continuación que «no se trata solo de economía o de intereses, sino también, y sobre todo, de sentimientos».
«Millones de españoles llevan, llevamos, a Catalunya en el corazón», como también «para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser -ha explicado el Rey-. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos; nadie en la España de hoy es adversario de nadie».
Después de completar su reflexión sobre Catalunya, ha apelado a la responsabilidad, la ilusión y el espíritu renovador, ha lanzado un mensaje de esperanza en el futuro y ha recalcado: «Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos».
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