En primer lugar encontramos a Elena García Armada, cuyo trabajo en el Centro de Automática y Robótica, un centro mixto entre el CSIC y la Universidad Politécnica de Madrid, ha permitido desarrollar el primer exoesqueleto infantil del mundo para niños con atrofia muscular espinal.
La neurocientífica Paola Bovolenta, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), ha descubierto una nueva diana terapéutica para tratar el alzhéimer.
Montserrat Calleja, del Instituto de Micro y Nanotecnología CNM-CSIC, ha desarrollado microdispositivos que distinguen las células tumorales de las sanas, una tecnología que podría mejorar el diagnóstico y medir la eficacia de fármacos contra el cáncer.
María Llorens, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), ha demostrado que el cerebro humano genera nuevas neuronas durante toda la vida.
Ana Cuenda investiga en el Centro Nacional de Biotecnología, desde donde ha constatado cómo la inflamación favorece el desarrollo del cáncer de colon.
Laura Lechuga trabaja en The Catalan Institute of Nanoscience and Nanotechnology (ICN2), desde donde ha desarrollado nanosensores para ayudar en el diagnóstico temprano de varias dolencias.
Montse Rodríguez, del Nanobiotechnology 4 Diagnostics research group del Institute for Advanced Chemistry of Catalonia, trabaja en las alteraciones del metabolismo que aparecen previas al desarrollo de enfermedades como el alzhéimer.
Ángela Nieto ha radiografiado cómo pueden moverse las células tumorales y contribuir a su propagación por el organismo.
Isabel Díaz ha utilizado un mineral abundante para generar una tecnología barata y sostenible como catalizador de la potabilización del agua.
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