Y sobre la medianoche, después de más de una semana manando lava sin descanso y tras destruir cientos de hogares la colada del volcán Cumbre Vieja, en La Palma, ha llegado al océano Atlántico. Lo ha hecho diez días después de haber comenzado la erupción, que arrancó el domingo 19 de septiembre sobre las 15.00 horas.
El primer rugido del Cumbre Vieja pilló a muchos con la comida en la boca o en la hora de la siesta. El volcán entró en erupción a las 15.15 hora canaria y en tan solo unos minutos las imágenes ya estaban en el teléfono o en la televisión de todos los españoles que observaban con asombro como la naturaleza destruía la Isla Bonita. Medio siglo después del Teneguía, que había sido el último volcán en erupción en La Palma, la isla canaria volvía a activar todos sus protocolos de emergencia con un único objetivo: poner a salvo a toda la población.
Tras más de una semana de seísmos continuados, el primero se registró el 11 de septiembre, la rotura del suelo y posterior eyección de lava se produjo en un paraje deshabitado, conocido como Cabeza de Vaca, lo que permitió que se evacuase inmediatamente a los habitantes de la zona y, hasta el momento, no se haya producido ninguna pérdida humana. En los diez que han venido después, los vecinos de La Palma han visto destruidas muchas de sus viviendas y plantaciones.
Las casas devoradas a cámara lenta por la la lengua de lava se han convertido en la imagen de la tragedia de La Palma, pero detrás de todas ellas hay algo todavía más importante: centenares de familias que han tenido que huir casi con lo puesto, mientras el fuego destruía para siempre los esfuerzos de toda una vida. Es la parte más trágica de la erupción, en la que más de 6.000 personas han tenido que se evacuadas. Según el último recuento del sistema de satélites europeo Copernicus, la lava del volcán ha afectado hasta el momento a 744 edificaciones, de las que 656 están destruidas, y ha cubierto una superficie de 267,5 hectáreas, mientras los kilómetros de carreteras afectados alcanzan los 23,1, de los cuales 21,5 están destruidos.
«Tengo conocidos que han tenido que dejar sus casas, afectadas por la lava, y otros por la preocupación de que pueda acabar llegando. La pasada noche se pudo sentir el terremoto en el pueblo de al lado y por las noches se oyen las explosiones», explicaron días después de la erupción familiares mallorquines de residentes en La Palma a Ultima Hora.
Un comportamiento impredecible
Tras el sobresaltó inicial y con las poblaciones cercanas al volcán desalojadas en polideportivos y casa de acogida el punto de mira de los científicos se trasladó al río de fuego que avanzaba ladera abajo engullendo todo cuanto encontraba a su paso. En un principio, se dio por sentado que su llegada al mar era inminente, en la zona de Playa Nueva, pero según pasaban los días se empezó a barajar incluso que no lo hiciese. Finalmente, después de unos días con un comportamiento impredecible, lo hizo la noche de este martes 29 de septiembre en el entorno de la playa de Los Guirres y también de un acantilado próximo.
El camino de la lava hacia al mar se convirtió en un viaje agónico de días días de duración con unos 50 millones de metros cúbicos de lava. Tal y como puede verse en su cronología y así lo dicen los expertos su comportamiento ha sido impredecible. Después de unos días de desaceleración, la colada se reactivó el pasado domingo, día en el que incrementó la velocidad en su avance hacia el mar, una semana después del inicio de la erupción del volcán. Esta situación obligó a decretar el confinamiento de cuatro núcleos poblacionales por el peligro de que se produjeran emanaciones de gases tóxicos.
Sin embargo, el lunes por la mañana se detuvo la emisión de magma, humo y ceniza, aunque se reactivó tan sólo unas horas después, a las 10.30 horas en Canarias. Tras el parón, la colada empezó a ganar más y más fuerza y velocidad. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) aseguraba este martes, pocas horas antes de que la lava tocase el Atlántico, de que una de las bocas del volcán, en la parte norte, había cambiado hacia un comportamiento hawaiano. En este tipo de erupciones, el proceso suele ser más tranquilo debido a que la lava es más fluida, los gases se desprenden fácilmente y no se producen explosiones.
Y así fue, cerca de la medianoche del martes la lava tocaba el mar provocando un delta en la costa de Tazacorte, que, «poco a poco gana terreno al mar», según avanzó el Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Regeneración del fondo marino
Más allá de la tragedia los geólogos apuntan a un parte positiva tras su llegada al mar. La lava y los gases en un periodo de no muy largo plazo ayudarán a la recuperación del fondo marino, como ya pasó en el volcán de la isla de El Hierro, 2011.
El buque de investigación oceanográfica Ramón Margalef se desplazó a la Isla el pasado para estudiar en detalle la entrada de la lava en el mar y recoger muestras de corales y rocas para poder ver el impacto de la lava en el Atlántico. Muchos de estos organismos absorben azufre y otros gases escupidos por el volcán.
Según los expertos, una de las consecuencias positivas que se producirá a más corto plazo es la aparición de una mancha de color verde turquesa en el mar que podría llegar a ser vistas desde el espacio. Es lo que sucedió en Hawái en 2018 y se produce cuando la entrada de la roca fundida desplaza las capas de agua más superficiales de forma que suben las más profundas, que tienen muchos más nutrientes y favorecieron el crecimiento de algas.
La formación de un delta tras la llegada de la lava del volcán de La Palma al mar vuelve a abrir un sin fin de nuevas hipótesis sobre lo que la naturaleza nos depara y sobre si aparecerá a una nueva isla. Los investigadores son cautos en avanzar muchos datos sobre qué pasará definitivamente; no obstante, ante esta pregunta la respuesta es clara: El delta de lava provocará que la isla crezca.
Volver a empezar
Aunque todavía no se sabe cuánto tiempo más el volcán permanecerá activo, las autoridades y el pueblo ya tienen la vista puesta en volver a empezar. El Consejo de Ministros ha aprobado la declaración de la isla de La Palma como Zona Gravemente Afectada por una Emergencia de Protección Civil y ha autorizado destinar una primera ayuda de 10,5 millones de euros que se enviarán a la comunidad autónoma para satisfacer las necesidades más urgentes de vivienda y enseres para los afectados. De ellos se destinarán 5,5 millones a la compra de 107 viviendas y otros 5 millones se repartirán a través de una tarjeta monedero a los afectados para que las familias puedan adquirir los enseres más esenciales.
El Plan Especial de Reconstrucción de La Palma, que comienza con esta primera fase de urgencia, pero que después se mantendrá en el tiempo durante la fase de recuperación para que cuando el volcán pare se realice una evaluación de daños para iniciar a continuación la recuperación de la isla. El volcán también ha arrasado con su principal industria: las plataneras. La agricultura y los cultivos de esa fruta suponen un pilar básico para la economía de miles de familias que ahora ven peligrar su sustento por la erupción. Por este motivo, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha anunciado la incorporación de los «ERTE volcánicos o ERTE para La Palma y el archipiélago canario» que se sujetan al plazo ordinario del 28 de febrero pero dejan la puerta abierta para estudiar la necesidad de prorrogar estas medidas. Además, ha propuesto un plan de empleo y formación específico para las Islas Canarias y, en concreto, para La Palma.
Por su parte, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha anunciado, también en relación a la emergencia de La Palma, que van a establecer una prestación extraordinaria para facilitar el acceso a la misma de los autónomos de la isla, sin requerir los 12 meses de cotización mínimos y poniendo un «contador a cero» durante cinco meses.
Aunque el volcán todavía sin nombre no haya dejado de rugir, ni se sepa cuando lo hará, los esfuerzos ya no están en la cenizas que cubren la Isla Bonita. Aunque al mirar atrás los palmeros todavía vean el rio de fuego sobre sus casas, ahora, toca volver a empezar.
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
¡Que catástrofe! Gente que se monta su casa debajo de un volcán sin tener en cuenta eso... que sigue siendo un volcán.
Una pregunsta: ¿Quien elige las fostos para el arstículo, le falsta un hervor o qué?
Y que hay que esperar cuando se vive encima de un volcan se imaginan vivir encima de un torrente o rio y que luego venga una riada que pasaria ? .pues lo mismo .sin dejar de ser una desgracia .pero es lo que hay .