Imagen de una vacuna contra el coronavirus. | Reuters

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El Comité de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) ha recomendado este jueves la vacunación contra la COVID de los niños de 5 a 11 años, ya autorizada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), para no «privar» a la población infantil de los beneficios de ello. El CAV-AEP ha hecho esta recomendación una vez el Comité de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Europea ha ampliado la licencia europea de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech para el uso de su vacuna en esta franja de edad tras constatar que el beneficio supera el riesgo.

Los pediatras opinan que hay que vacunarles en base a su protección individual frente a esta enfermedad que, aunque en general la cursan de manera leve y la letalidad es «extraordinariamente baja», en ocasiones puede complicarse, sin olvidar que ahora mismo esta franja presenta la incidencia de transmisión más alta. En nuestro país se han producido al menos 6.000 hospitalizaciones, 300 ingresos en UCI y 37 fallecimientos por COVID-19, la mitad de ellos en menores de 10 años, lo que justifica «la vacunación de todos los niños, siempre que existan vacunas con inmunogenicidad, efectividad y seguridad apropiadas».

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También creen que se les debe vacunar para conseguir y mantener espacios educativos seguros, que permitan la normalización de la escolarización y las relaciones interpersonales de los niños, con el consiguiente bienestar psicoemocional. Y porque contribuye a lograr la inmunidad de grupo, facilita la disminución de la circulación del SARS-COV-2 y la aparición de nuevas variantes. «No hay que privar a la población infantil del beneficio que aporta la vacunación, del que ya gozan los mayores de 12 años, aunque los objetivos en términos de salud sean diferentes», rematan. La de Pfizer ha recibido hoy el aval de la EMA y la de Moderna está pendiente aunque ya ha sido autorizada en Estados Unidos; en ambos casos la dosis contiene solo un tercio de la que se da a los mayores de 12 años y se ha sustituido el fosfato por la trometamima como búfer.

Con una eficacia del 90,7 %, la vacuna pediátrica «es segura, cuyos efectos secundarios han sido leves y se han limitado a dolor e hinchazón en el sitio de la inyección, cansancio y fiebre poco elevada». Han aparecido algunos casos de miocarditis, un efecto secundario no detectado en los ensayos clínicos, con una frecuencia de 1-5 casos por cada 100.000, aparece, sobre todo, entre los 2 y 4 días después de la segunda dosis y ocurre con más frecuencia en varones de 16-29 años de edad. Pero, aun considerando esta complicación, «el balance beneficio/riesgo es netamente favorable a estas vacunas en los adolescentes, ya que la miocarditis es más frecuente tras la infección que tras la vacunación», zanjan.