A Olona, como a otros dirigentes de Vox, le sucede que a medida que se aleja de su retórica populista, fijada en sus grandes temas de reacción a la llamada agenda 'progre', la inseguridad se incrementa. Lo suyo es más de ideología que de proposiciones. La misma inseguridad aparece cuando alguien aduce que Vox pide recortes en el gasto político al tiempo que albergan un gobierno en Castilla y León con más sueldos y más altos cargos que el anterior. O cuando se percatan de que un dirigente suyo se lucra en Valladolid con los cursos de igualdad de Podemos que consideran inapropiados para los escolares y tanto demonizan.
Sin embargo en el debate no estuvo solo Vox. También llamó poderosamente la atención la actitud de Juanma Moreno, el candidato del PP a pesar de que las siglas de la formación política hayan perdido peso en una carrera electoral plenamente personalista para revalidar su mandato. En algunos momentos Moreno Bonilla pareció un político con tres mayorías absolutas a sus espaldas, en el sentido de que él mismo se fijó como blanco de todos los ataques de los adversarios, a izquierda y derecha, situándose a sí mismo en un teórico centro político que resulta fundamental para sus intereses y sus esperanzas. Este es uno de los quids de las elecciones andaluzas.
En cierta medida Juanma Moreno se elevó sobre el resto de mortales y simuló planear por encima del bien y del mal, alejado de la refriega dialéctica y del debate de políticas concretas para mejorar la vida de los ciudadanos. Precisamente este es el objeto que se presume de un debate público a las puertas de unas elecciones. Por su parte Juan Marín trató de reclamar la parte del mérito que le corresponde por la cuota de Ciudadanos en el actual ejecutivo andaluz en funciones, y no se mostró muy crítico con Moreno, a pesar de que algunos lo sitúen irremediablemente en manos de Vox y a él fuera de la política. No podemos olvidar que ya fue Vox quien con su abstención le hizo vicepresidente de la Junta.
La única voz exclusivamente andaluza, Teresa Rodríguez, puso el acento orgulloso y algunas notas de color aportando enjundia al cruce dialéctico y duras reprimendas a Vox, especialmente con el asunto de la violencia machista. No obstante no queda del todo claro cómo es posible que la izquierda alternativa no haya logrado consensuar una única lista para concurrir todas a una, y así tal vez alejar el fantasma de la ultraderecha del Palacio de San Telmo.
Al menos escuchando las intervenciones de la gaditana y a la representante de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, no se aprecian diferencias de fondo significativas que expliquen la divergencia de las listas. Dicen cosas muy similares, por ejemplo, hablando de trabajo, de feminismo o de la degradación de los servicios públicos al que según su parecer ha conducido el ejecutivo de derechas. En último lugar, y no por ello menos importante, el socialista Juan Espadas no arrojó por completo la toalla para alumbrar una mayoría de izquierdas tras las elecciones del 19-J. Hizo bien en alejarse del fango al que insistentemente le invitó a bajar Olona, incluso con una mención a su esposa. No dar pie a escándalos y provocaciones le acerca al centro en el que Juanma Moreno insiste en querer instalarse. Aunque eso, a fin de cuentas, lo deciden los votos de los electores.
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El CENTRO ya tiene muy mala prensa.