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La arrolladora victoria del PP en las elecciones de Andalucía tiene consecuencias a nivel nacional, por mucho que el PSOE intente circunscribirlas a esa comunidad. Una prueba de ello es la repercusión que están teniendo los resultados históricos cosechados por el PP en el granero de votos socialista: hay muy pocas personas que no los conozcan y que no los hayan comentado este lunes. El hecho de que Andalucía sea la comunidad autónoma más poblada de España tampoco es una cuestión baladí.

Por otra parte, el nerviosismo en el PSOE es más que evidente. Su candidato, Juan Espadas, ofreció la noche electoral una rueda de prensa sin preguntas. Tampoco se puede obviar la muy mejorable comparecencia de Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, para valorar los resultados. Sin lugar a dudas, puso de manifiesto que hay nervios en Ferraz (sede nacional del PSOE) y en el Palacio de la Moncloa. Cabe destacar que no felicitó al vencedor de la noche, Juanma Moreno Bonilla, que podrá seguir como presidente de la Junta de Andalucía; y atribuyó su éxito a los fondos europeos que ha destinado Pedro Sánchez a la región.

No se puede pasar por alto que esta es la tercera derrota consecutiva de los socialistas en elecciones autonómicas. Primero fue el duro golpe que le atesoró Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, donde logró más votos que toda la izquierda junta; también perdieron en Castilla y León; y lo peor de todo, es que incluso el gran hito que en su día parecía que representaba la Comunidad de Madrid se ha quedado pequeño con lo acontecido en Andalucía.

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Y no sólo han fracasado los socialistas, también lo han hecho los partidos a su izquierda, que se han presentado totalmente enfrentados. Si en 2018 Podemos consiguió nueve escaños; en 2022, Por Andalucía ha obtenido cinco parlamentarios y Adelante Andalucía, dos; es decir, con la división han perdido dos. Además, supone un golpe importante para el proyecto de Yolanda Díaz, que apoyaba a la candidata de Por Andalucía, Inmaculada Nieto. Habrá que estar muy pendientes para ver cómo evoluciona.

El descalabro de la izquierda también puede tener consecuencias en el Gobierno de coalición. Está por ver cómo se comporta Unidas Podemos, que también ha mostrado importantes discrepancias entre sus ministros: por una parte está Irene Monetero e Ione Belarra y, por otra, Díaz y Alberto Garzón. A tenor de los resultados en los comicios autonómicos que se han celebrado, los morados no están rentabilizando su gestión en el Gobierno de España, pese a la lluvia de millones prometidos con los fondos europeos y a los escudos sociales activados para hacer frente a la pandemia y a la crisis económica. También está por ver es si Sánchez recurrirá a una remodelación de Gobierno, como hizo tras la derrota madrileña. Lo que parece muy difícil es que haya una adelanto de las elecciones generales, ya que España tendrá la presidencia de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023 y no parece que Sánchez quiera perderse esta oportunidad.

Otra de las consecuencias más directas es que ha supuesto un jaque para Ciudadanos, que ha desaparecido del Parlamento de Andalucía y todo apunta a que tiene un futuro poco halagüeño por delante. El liderazgo de Inés Arrimadas sale muy cuestionado, ya que ya arrastra otros varapalos: se descalabró en Cataluña, dónde perdió 30 escaños, y desapareció en la Comunidad de Madrid y Castilla y León. Los naranjas están en caída libre desde la gran derrota de Albert Rivera en las elecciones de 2019.

¿Tendrá repercusión en Baleares?

La idiosincrasia propia de Baleares hace difícil extrapolar los resultados electorales de Andalucía. Aquí concurren partidos de ámbito nacionalista (Més) y regionalista (El PI) y la izquierda del PSIB-PSOE no está tan fragmentada. Además, el liderazgo de la socialista Francina Armengol es mucho más fuerte que el del candidato del PSOE en Andalucía, al tiempo que en las Islas concurrirán a las elecciones desde el Govern, con el poder que ello confiere. Sin embargo, no se puede obviar que la clave nacional también tiene peso y parece haberse instalado una ola de cambio, impulsada por las victorias electorales de los populares en varias autonomías y por el llamado efecto 'Feijóo'. Por tanto, aquí está todo muy abierto y aún falta casi un año, en el que pueden pasar muchas cosas.