La iniciativa se distingue en que, aparte de charlas formativas e informativas, ofrece materiales muy fáciles de replicar -de hecho se están utilizando ya en otros colegios e instituciones-, entre ellos guías didácticas de libros que abordan este maltrato y numerosas actividades que se valen de la gamificación para acercar el problema a todos los niveles educativos. Bailón se ha dado cuenta por su experiencia profesional que el «bullying» es un problema sobre «el que aún se pasa de puntillas. Lejos de lo que la gente cree, te puedo decir con seguridad y con conocimiento de causa que en todos los centros, desde el más conflictivo al de élite, hay casos de acoso».
En su opinión, se trata de un fenómeno que se infradiagnostica, pese a que se están dando «pasos positivos pero se recorre el camino a medias. Soy muy crítico en esta cuestión». Además de una mayor formación y conocimiento de los protocolos, este profesor cree que en los colegios e institutos debe haber una figura responsable «que no tenga intereses de ningún tipo, de manchar o de no manchar el nombre del instituto o colegio», por lo que cree un error que ese papel lo desempeñe alguien del equipo directivo.
Reconoce que una de las frases que más le enervan es cuando alguien utiliza la frase «es cosa de niños» y señala que vive con sufrimiento cuando han recurrido a él alumnos que ya no podían más y le pedían ayuda asegurándole que iban a «cortar sus vidas de raíz». «Te alegra -afirma- que confíen en ti pero es muy duro escuchar decir a un chico que no puede más y que está en un túnel oscuro; cuando consigues que poco a poco recupere la normalidad y se soluciona es fantástico».
Una de las cosas que propone es valerse de lo que denomina «agentes invisibles», es decir, «tener en cada clase uno o dos chicos que colaboran contigo para detectar casos de acoso, porque se nos puede escapar alguno». «Se tiene que trabajar con mucho secretismo y hacerlo muy bien. Ellos son nuestros ojos, nuestra prolongación para llegar a donde no puedes llegar sin un colaborador», subraya.
Su proyecto «¿Invisibles?» conciencia acerca de las consecuencias de silencio cómplice: «Los espectadores juegan un papel clave, que por miedo al que dirán no cuentan lo sucedido. A través de charlas y expertos les hacemos ver que no son soplones ni chivatos sino todo lo contrario; deben ser colaboradores para solucionar un problema y mejorar la vida de sus compañeros; hoy eres espectador pero quien te puede decir que mañana no sea tu la víctima».
Además, «siempre les decimos que tienen que confiar en un adulto, tutor, padres... es fundamental la relación escuela y familias para que el engranaje funcione». En los últimos años, Bailón cree que se ha extendido más el ciberacoso debido a la expansión de las nuevas tecnologías y las redes sociales en internet. Entre los principales síntomas de alerta en un alumno, el profesor menciona los cambios de humor: «niños que iban con alegría a clase les notas tristeza en el rostro, menor interés en la escuela, peor rendimiento académico y aislamiento».
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