Las mujeres recorrieron sus barrios para señalar los puntos débiles de la zona, proponiendo soluciones. | M. À. Cañellas

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Cala Major, La Soledat y el Casc Antic se han sometido al examen de las mujeres para encontrar el espacio urbano ideal. Este jueves, en Can Balaguer, se presentaron las conclusiones del proyecto La ciutat amb ulls de dona, realizado por Arquitectives, que analiza el espacio urbano desde el punto de vista femenino. Cristina Llorente, que lidera el proyecto, ha acompañado a un grupo de vecinas en un recorrido por los barrios para detectar los puntos débiles desde el punto de vista de género. Limar estas carencias permitirá alcanzar la ciudad ideal para ellas.

«En Cala Major juega en contra la morfología del barrio, que cambió de uso en poco tiempo: los edificios turísticos se convirtieron muchas en infraviviendas y no se acompañó de equipamientos públicos», concluye el estudio.

¿Qué echan en falta las mujeres de Cala Major? «El acceso a escuelas y guarderías públicas, tiendas de alimentación y cajeros automáticos. Para cualquier gestión necesitan desplazarse», cuenta Llorente. Las pronunciadas cuestas juegan en contra de mujeres, niños, mayores y personas con movilidad reducida. «Para cualquier cosa necesitan transporte público, que tampoco es el mejor, y eso conlleva problemas sociales y económicos», desgranó Llorente.

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En el estudio se reflejan las dificultades de las mujeres «para acceder al mercado laboral y la ausencia de colegios públicos, que imposibilitan la conciliación. La escoleta más cercana está en son Espanyolet y les resulta más fácil hacer la compra en Pere Garau que en el propio barrio», dice la arquitecta.

Estigmatización

La Soledat también fue objeto del análisis desde el punto de vista femenino, donde las mujeres de esta zona acusan más «la estigmatización del barrio. No es una zona para pasear aunque es preciosa. Cuenta con diamantes en bruto arquitectónicos e históricos que no se conocen».

Las vecinas añoran «la falta de cohesión social: no hay un sentimiento de pertenencia ni de identidad. Es difícil encontrar puntos de unión».

El tercer punto analizado por las mujeres ha sido el Casc Antic, un lugar «muy orientado al visitante y en que se ha olvidado al residente». Los callejones estrechos y la falta de iluminación incrementa «la percepción de miedo». Los solares abandonados tampoco contribuyen a la sensación de tranquilidad y propone «crear jardines temporales mientras no tengan utilidad».

Llorente apuesta por «ampliar este proyecto a otros territorios y llevar a cabo pequeñas intervenciones que favorezcan la cohesión de la ciudad». Este proyecto es una hoja de ruta para que los gobernantes logren una Palma para todos, sea cual sea su género, edad o condición.