Policía Nacional, al frente de la investigación. | R.S.

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Agentes de la Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía se han hecho cargo de la investigación de un lamentable episodio de violencia registrado en el hospital universitario de Son Espases de Palma. Los hechos se remontan a la noche del pasado miércoles. Unas horas antes, los padres del pequeño habían llevado al niño a la consulta de un médico en Can Picafort. Cuando el facultativo detectó la gravedad del paciente lo derivó hasta el hospital de Inca. Una vez allí, los pediatras de guardia consideraron que el bebé precisaba de un tratamiento muy especializado que tan sólo se podía administrar en el hospital de referencia.

El bebé ingresó vivo pero en estado crítico en la UCI Pediátrica de Son Espases. A pesar de todos los esfuerzos por salvarle la vida, los facultativos no pudieron hacer nada y la criatura falleció. En la puerta del hospital se encontraban una treintena de personas, familiares de etnia gitana que aguardaban conocer la evolución del niño. Cuando se comunicó el fallecimiento, una veintena de ellos irrumpieron dentro del hospital golpeando puertas, cristaleras y todo lo que encontraban a su paso. El personal de seguridad, en total indefensión y sin el material de dotación necesario, trataron de impedir el paso pero fueron arrollados. A un vigilante le propinaron varios puñetazos en el rostro mientras que al resto los empujaron lanzándolos contra el suelo.

La muchedumbre consiguió acceder a la zona restringida donde trataron de localizar a los médicos que habían tratado al bebé para lincharlo. Con suma rapidez, agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), los antidisturbios de la Policía Nacional acudieron al lugar y expulsaron a todos los familiares. Es más, con los vigilantes agredidos trataron de localizar a los agresores, pero los familiares ya se habían encargado de quitarlos del medio y esconderlos para que no fueran detenidos.

Nada más producirse el altercado, el hospital puso los hechos en conocimiento del interlocutor sanitario de la Policía Nacional para que este episodio violento no quede sin castigo. Por su parte, los responsables del caso están analizando las cámaras de seguridad con la finalidad de identificar a los agresores y proceder a su detención. Del mismo modo, se solicita más presencia policial y que cuando los pacientes sean de etnia gitana y se agolpan en el centro médico que sea la Policía Nacional o la Policía Local quienes velen por la seguridad del recinto. Es más, son muchas las quejas por parte de sindicatos de seguridad y vigilantes que acusan a la dirección de Son Espases de dotar a los vigilantes con chalecos de baja calidad y de no permitirles llevar spray de defensa, a pesar de incautar numerosas armas blancas en el servicio. «Con la falsa excusa de que aquí no pasa nunca nada a los que agreden siempre son el personal de seguridad», apunta un exvigilante del centro consultado por este periódico. Además, los profesionales no cuentan con un plus de peligrosidad acorde con el peligro real al que están sometidos.

El hospital de Son Espases se ha convertido en los últimos años en un nido de problemática, conflictos y peligro constante. Los sindicatos acusan directamente a la dirección del centro a su responsable de seguridad de dejar 'vendidos' a los profesionales. «Los vigilantes son la primera línea de batalla y desde la gerencia no se valora su trabajo», concluyen.

Nada más producirse la agresión, el director general de Salut, Javier Ureña, acompañado del director asistencial del IB-Salut, Raúl Lara y del coordinador de la UCI Pediátrica, Juan Carlos de Carlos, visitaron la UCI de Pediatría para hablar con los afectados e interesarse por ellos.