Árbol del Bosque de Bellver, afectado por la plaga de Tomicus. | Twitter Jose Hila

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La contrata de mantenimiento que lleva el Bosque de Bellver ha contabilizado 733 árboles muertos por la plaga de Tomicus, un hecho ante el que el Ayuntamiento de Palma ha respondido con el anuncio de la plantación de 1.000 nuevos entre los próximos meses de noviembre y enero.

Según ha informado el alcalde de Palma, Jose Hila, este martes en declaraciones a los medios de comunicación, «el Ayuntamiento realiza actuaciones en el Bosque de Bellver para cuidar de él, enmarcadas en el plan de gestión, impulsado hace unos años, para incrementar la masa forestal».

«Ahora, en concreto», ha añadido, «se está tratando la plaga de Tomicus, que ha atacado a parte de los pinos del Bosque, matando a 733, lo que ha obligando, por seguridad, a eliminar y sustituir ese árbol muerto o apunto de morir, porque muchos árboles secos en un bosque es como echar gasolina, y no se puede, tampoco consentir que se caigan y dañen a una persona». Ante esta situación, ha anunciado la plantación de 1.000 nuevos árboles entre los próximos meses de noviembre y enero.

Por otro lado, el jefe de Departamento de Infraestructuras, Urbano Sánchez, ha explicado todas las tareas curativas y de preservación que el Ayuntamiento tiene en marcha en el bosque de Bellver.

En concreto, ha explicado que se hará una actuación para que el bosque recupere su vigor y ha recordado que existe un plan de usos del Bosque que lo que hace es ordenar los usos, además de la existencia de los caminos perimetrales de Bellver.

Luis Calvo, técnico de Urbaser, la contrata que se encarga del mantenimiento del Bosque de Bellver, ha explicado, por su parte, que se está llevando a cabo un proyecto de reforestación del bosque, que supone aprovechar la madera de los 733 árboles muertos afectados por Tomicus e incorporarlos como restos del triturado al suelo.

Se trata, ha añadido, de una fórmula que evita extraer nutrientes del bosque y mejora la fertilidad y capacidad de retención del agua, además de permitir crear terrazas o bancales utilizando troncos pelados de árboles. Todo, para frenar la erosión del bosque y ayudar a prevenir la erosión y la proliferación de plagas.

«Los árboles afectados acaban muriendo y por este motivo se tienen que eliminar, y lo que hacemos es talarlos, para evitar accidentes, y triturarlos para que este triturado se acabe convirtiendo en suelo y acaben germinando los árboles del futuro. Se trata de una actuación de ciclo cerrado que además aumenta la capacidad de retención de agua y mejora las características para que la reforestación tenga más futuro», ha sentenciado.