Los viandantes se detienen curisosos frente a las diferentes paradas del mercadillo. | Pere Bergas

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Cada primer sábado del mes los vecinos de Son Oliva hallarán un mercadillo en la entrada al parque de Son Costa. Es una iniciativa de la asociación Verdi, encargada de dinamizar el barrio desde 2002.

«Por montar un puesto cobramos un euro. Con lo que recaudemos en todo el año renovaremos el equipamiento para las pistas de fútbol y baloncesto del parque, que antes gestionaba el IME, y pagaremos el seguro de responsabilidad civil de las actividades deportivas que organizamos», dice Lourdes Mir, presidenta de la asociación.

En crecimiento

Solo hace tres sábados que se organiza el mercadillo, por lo que muchos vecinos todavía lo desconocen. Cada fin de semana llegan nuevos merchantes. Muchos solían vender en otros rastros de la Isla hasta que se paralizaron por completo a causa de la pandemia. «Ha sido una época muy mala. Cerraron los mercados de Marratxí yo Santa Ponça y no había donde vender. He salido adelante con la ayuda de mi familia», cuenta Damián Trillo, que cada domingo se encuentra en el rastro de Consell.

En el nuevo mercadillo de Son Oliva, donde los visitantes encontrarán artículos decorativos, bisutería, ropa de segunda mano, complementos, juguetes y otros artículos, se han reunido varios vendedores que solían sacar su género en el rastro de Son Fuster, que también se clausuró a raíz de la pandemia:

«Para nosotros el mercado es un extra, pero para otras personas ha sido un golpe muy duro. Mucha gente vive de esto y se ha quedado sin fuentes de ingresos, además de perder todo el género adquirido. En los próximos días presentaremos una queja para que vuelvan a abrir los rastros», afirma Maite, una vendedora.