Vistos desde la lejanía y sin contexto, pueden ser confundidos como antiecologistas u opositores del Ayuntamiento. Sin embargo, entre quienes manifiestan su enfado se descubre la transversalidad de la movilización ciudadana. Buena parte se muestran aprecian y critican la masificación turística que sufre la Isla -especialmente en lugares como este- y rechazan la construcción de más chiringuitos o edificaciones similares. Por contra, se oponen a que los que hay se destruyan, sobre todo, si cuentan con décadas de historia y están muy integrados en la sociedad, como es el caso, dando vida y trabajo a la zona. «Por esta regla de tres, ¿por qué no tiran todos los chalets a pie de playa?», se pregunta Ruiz. «Creo que pueden ocuparse de otras cosas más importantes antes que invertir tantos esfuerzos en esto», señalaba otra vecina. Ante la orden, procedente de altas esferas, el barrio ha emprendido, unido, la lucha por lo que consideran suyo: «Los políticos de ahora no son como nosotros. No han conocido esto como nosotros», traslada Encarna Ruiz, vicepresidenta de la Asociación, quien subraya que «si la gente no presiona ni reclama sus convicciones, nadie se las concede».
Toda una vida
Una de las que primero se han movilizado dentro de la Asociación ha sido Toñi. Trabajó durante 32 años en El Bungalow hasta que se jubiló, hace año y medio. También su madre laboró mano a mano con Maria Pinya, madre de la actual propietaria, Maleni Bonet. Cuando supo por las noticias en julio, la intención de Demarcación de Costas de derribar el edificio, se le partió el corazón: «Esto es mi vida». Carlos, vecino y amigo suyo, rescata del recuerdo los días de pesca con su padre en el mar y las posteriores comilonas en compañía de los trabajadores de El Peñón. Laura Aguiló y su madre, Maleni, exponen que su restaurante es parte de la historia del barrio, incluso desde que se llamaba Las Rocas, antes de conocerlo como Ciudad Jardín. «Somos lo más antiguo que hay aquí. Nosotros y El Peñón somos el skyline de la playa de Ciudad Jardín desde siempre. Vamos a defender nuestro paisaje y nuestra historia como barrio», anuncia Bonet. Pone el foco, también en las terrazas públicas que separan El Bungalow del mar, que defiende, de uso público: «Es el único espacio en el que los ciudadanos pueden acceder al mar sin arena. Vienen grupos de taichí, vecinos, jubilados, pandillas de jóvenes...Son unas terrazas muy usadas por la gente y Costas también las quiere quitar».
Muestra del apoyo que suscita la defensa del local es la gran acogida que está teniendo la recogida de firmas. Hasta las 20:35h de viernes, más de 5.400 ciudadanos habían participado en la petición en la plataforma online Change.org, a los que deben sumarse aquellos firmantes que se han acercado desde primera hora de la mañana al local.
50 comentarios
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Tenim un greu problema amb els governants actuals. Són i practiquen tot el contrari del que diuen que són i diuen que practiquen. Totalitarisme total i absolut. Darrera del "benefici social" (típic de les dictadures comunistes) només hi ha una cosa, el caprici d'uns pocs que han interpretat que la nostra democràcia és pot gestionar com una dictadura on triam el dictadors cada quatre anys. Ja falta menys... FORA DICTADORS!!!!!
Eso les pasa por no saber untar a la persona adecuada. Que hablen con el antiguo dueño de la cueva de Cala Vinyes par que les asesore un poco.
O sigui, set persones a sa foto, i diuen que representen a tot el Coll (o millor dit, ho diu aquest "periodic") .
UNO MÁSAmic meu, eso ès sa "economia neo-liberal" que alguns partits(sebre tot els grossos) els di encanta!!!!!
GambiusIGNORANT No veus dos pams devant es nas!!!!!!
y yo pregunto, y ¿quien respeta la ley de costas?, porque según veo todas las cadenas hoteleras se la pasan por el forro, incluidos algún famoseo del tres al cuarto.
Menuda hipocresía por parte de Costas, y de algunos por aquí. Vienen a decir que la ley debe cumplirse, pero por lo visto solo para los pequeños establecimientos familiares, porque con los centenares de hoteles que hay a pie de playa en Baleares, no tienen los bemoles a decirles ni pio. La hipocresía y corrpución campan a sus anchas en las islas.
La llei ha de ser igual per a tothom. El mal es no tenir definides les agressions al medi-ambient de manera gradual i poder actuar de forma progressiva del major delicte cap el menor. La manca de medis i recursos de inspecció i sanció de l'Administració Pública, sovint deixa els grans infractors impunes i sols es sancionen o penalitzen els més vulnerables.
Porque ellos tienen que ser diferentes?
Si los perroflautas no pueden ir a comer paella,no puede ir nadie... Faltaría más o a comer kebabs y Burguers oleosas o menús de 100€,el de enmedio casita-trabajo Trabajo-casita