Numerosos restos acumulados sobre la acera. | C. FRAU

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Cati Frau vive en el número 10 de la calle Biniali y denuncia que su portal se ha convertido en un punto de vertido de trastos de la barriada del Rafal. Un baño completo con su retrete, bidé y lavabo; un comedor completo (con sillas, mesa y un mueble alacena), bolsas con restos de obra, un tresillo, colchones. Y así, día sí y día también. Mientras tanto, el acceso a su cochera, que pronto se convertirá en vivienda, está inutilizado por la mala praxis de algunos vecinos de la barriada. El hecho de que precisamente en esta finca haya un retranqueo, lo que amplía el espacio en la acera entre la fachada de la vivienda y los contenedores, lo ha convertido en un lugar ideal para los vecinos desaprensivos que deciden saltarse la normativa.

«El día de retirada de trastos es el miércoles pero a nosotros nos van dejando trastos todos los días de la semana», cuenta Frau. Los fines de semana son críticos, «cuando los vecinos aprovechan para hacer limpieza u obra» y empiezan a aparecer muebles y demás objetos. «Los fines de semana no puedes llamar para denunciar o reclamar la retirada de trastos porque según Emaya esto no es una urgencia. Consigo hablar con ellos el lunes, pero al final prefieren esperar al miércoles, que es cuando pasa Emaya». Un círculo vicioso que, según Frau y los afectados, se lleva repitiendo desde hace años: «Con la pandemia todo el mundo se puso a hacer arreglos en casa y fue un desastre». «Emaya no es la culpable porque no es quien deja ahí la basura, pero debería tomar alguna medida disuasoria. Pedimos que por favor nos quiten de aquí delante los contenedores y haya más vigilancia», dice la denunciante.

Cada día hacen fotos de los enseres que se encuentran a las puertas de su casa y los responsables suelen ser vecinos del propio barrio. Foto: C. FRAU

Hartazgo

Frau denuncia que «tengo un vertedero en la puerta de mi casa». Tanto ella como los vecinos de la finca han mostrado su hartazgo y plantean colgar carteles reclamando el civismo que no tienen el resto de residentes. Fuentes de Emaya señalaron que ayer mismo no había trastos en este punto. «Los operarios los van recogiendo. También se colabora con la Policía Local para indicar los puntos conflictivos. Se hace vigilancia conjunta con los inspectores de Emaya. No es fácil coger a los infractores in fraganti para sancionar», alegan.

Desde Emaya recuerdan que «el abandono de residuos es una infracción a las ordenanzas de limpieza y residuos, se sanciona con multas de hasta 750 euros o de hasta 1.500 si hay residuos peligrosos o reincidencia». El año pasado, Emaya levantó 639 actas de sanción, a las que habría que sumar las de Policía Local.