Los policías contemplan la intervención de Jaime Garau. | Jaume Morey

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Mientras unos cuantos afortunados repartidos por la Isla celebran El Gordo de la Lotería, en los pasillos de la sala de plenos también había unos agraciados que daban botes de alegría sin descorchar champán. Aunque no sería por falta de ganas. Gabriel Mayol y Josep Mayans, los dos últimos policías imputados en el ‘caso Cursach', recibían ayer, durante la protesta en el pleno, la sentencia que los absolvía.

Un ejercicio de ironía en un pleno cargadísimo, rocoso, duro como una subida al Angliru, donde policías y un funcionario exculpados anteriormente en el ‘caso Cursach', entre ellos Jaime Garau, exigían las disculpas del alcalde, José Hila, y donde la exregidora de Seguretat Ciutadana, Angélica Pastor, aguantó el chaparrón ante carteles que pedían su dimisión. Los funcionarios hicieron uso de su turno de palabra para desquitarse de la rabia acumulada, arropados por unos treinta policías en sala y otros sesenta en pasillos.

Hubo aplausos en pie para los policías, murmullos, lágrimas entre el público, abrazos y pataleos dirigidos contra el equipo de gobierno. Y un deseo reiterado ante los micrófonos: «Queremos que nos pidan disculpas». Mientras tanto, la oposición se frotaba las manos ante un pleno, el último del año, que supuso un duro trago para el Pacte. Los policías salieron del salón gritando «¡Viva la Policía Local!». A lo que Hila respondió: «Yo también digo que viva la Policía Local».

Antes, Rafael Amengual llevó a cabo una emocionada intervención que mostraba a un policía con la voz quebrada y dolorosos silencios, que mostraban de manera gráfica el sufrimiento de los últimos años tras su imputación. Amengual resumió el sentir del público en el pleno en unas pocas palabras: «Ni perdono, ni olvido. Felices fiestas».