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El Forn des Teatre, la fachada del Kamaleónico, la iluminación del Grand Hotel o las paradas de las floristas de la Rambla se han convertido en un buen ejemplo de cómo debe ser una ciudad. Sin embargo, hay otros casos que ensucian el paisaje urbano mediante una cartelería invasiva, colores chillones para atraer la atención del cliente o vinilos que ahogan fachadas y que abocan a estos rincones de Palma a la fealdad.

El Col·legi d'Arquitectes de les Illes Balears (COAIB) y el Institut d'Innovació Empresarial de les Illes Balears (IDI) presentaron ayer un manual con recomendaciones destinadas a los técnicos municipales de los ayuntamientos de las Islas. El objetivo es mantener la identidad y los valores más significativos de cada rincón y, precisamente, en el Casc Antic aparecen malos ejemplos clamorosos.

El decano del COAIB, Bernat Nadal, señaló que «decidimos dar un paso adelante y avanzar en la concienciación de la necesidad de regular los elementos que conforman el paisaje urbano, en un intento de hacerlo más amable y adecuado para mejorarlo». Para ello, en el manual recomiendan a los consistorios, de Palma pero también de todas las Islas, conservar la homogeneidad de los edificios y que los establecimientos deben tener en cuenta materiales, colores, texturas y la forma de elementos como carteles, toldos o rótulos.

Xisco Ramis, arquitecto del COAIB y autor del libro, señaló que «los ayuntamientos han de ejercer un papel fundamental, conciliando el derecho colectivo de disfrutar de un paisaje urbano de calidad y los intereses económicos, estéticos y funcionales que puedan tener los habitantes del municipio».

Ramis advirtió que «se ha de priorizar la protección de los edificios o conjuntos patrimoniales, los establecimientos emblemáticos y todos los elementos que forman parte del paisaje urbano y que tienen un valor histórico, identitario, artesanal o de arraigo con el municipio». En definitiva, los establecimientos y los negocios también tienen su responsabilidad para no afear la ciudad.
Mientras tanto, ahí siguen en las fachadas, las marañas de cableados, terrazas con televisores, máquinas de climatización visibles o vinilos agresivos que enturbian el paisaje de la ciudad.