Plaza del Coll, donde se presupone que estaban los puestos de pan de la Palma medieval. | Jaume Morey

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Entre columnas de números, las cuentas municipales esconden informaciones muy valiosas. En 1374 se decretó el Any de la Fam, pues las cosechas de cereal se perdieron y los hornos de Palma se vaciaron. Ante el temor a la sublevación de una población famélica, la Universitat de la Ciutat i el Regne de Mallorca (el órgano de gobierno que precedió al actual Ajuntament de Palma) decidió gastar dinero público en garantizar el pan.

Ayer en la sala de plenos del Ajuntament se presentaron los volúmenes Manual de rebudes i dades de la Clavaria Municipal de Mallorca corresponent a l’any 1333 y Llibre de dades e de rebudes de la Clavaria Municipal de Mallorca, corresponent a l’Any de la Fam (1374). Los autores son Antoni Riera Melis, catedrático emérito de Historia Medieval de la Universitat de Barcelona, y Antonio Ortega Villoslada, doctor en Història y profesor de la UNED, que han buceado en los archivos de las cuentas municipales para arrojar luz sobre este fragmento de la historia.

Cuentas municipales de la Universitat del Regne de Mallorca

«1333 fue el primer año del hambre, que se unió a las guerras con el señorío de Génova, que dominaba esta parte del Mediterráneo. La Corona de Aragón estaban enfrentada con los genoveses. A esto se unieron las malas cosechas por la sequía», cuenta Antonio Ortega, que recuerda que 1374 es conocido como el Any de la Fam. A falta de grano y para evitar un estallido social, reducir las muertes por inanición y dinamizar el mercado local, la Universitat gastó 44.614 libras, 7 sueldos y ocho diners en garantizar el grano y, por lo tanto, el pan a la población, según las investigaciones de Riera y Ortega.

«Hubo comedores sociales que se repartían en cada parroquia y dependían de la Universitat. Mallorca fue siempre deficitaria y tenía que importar. Cuando las cosechas no bastaban y los mercados habituales fallaban por la sequía o tormentas, tenían que traer trigo de otros lugares y entraban en competencia con otras ciudades», cuenta Ortega. La pugna por el grano se trasladaba al Mediterráneo. La flota mallorquina llegó a detener buques cargados de grano en el Estrecho de Gibraltar con destino a Barcelona para redirigirlos a Palma. «Cada uno iba espabilando como podía», explica Ortega.

Calle Pes de sa Farina

El estudio cuantifica los recursos públicos que se movilizaron para evitar la hambruna. «Tuvieron que invertir el 30 por ciento del presupuesto anual en la búsqueda de alimentos», según Ortega. El pan era la base de la dieta medieval y en el callejero de Palma perduran las huellas del gran mercado al aire libre que era el Casc Antic. La calle Pes de sa Farina y la plaza del Coll, donde se presupone que se vendía el pan de la ciudad, fueron escenario de aquellos años famélicos.