Imagen de un local en la barriada de Son Armadans. | Teresa Ayuga

TW
63

A las diez de la mañana de un día de entre semana en un local de masajes asiáticos, la verja del establecimiento permanece cerrada. Tras llamar al timbre, una de las empleadas abre la puerta al cabo de unos minutos. La mujer, se origen asiático, reconoce que duermen allí. Vecinos y empresarios de Son Armadams, el barrio donde más han proliferado en los últimos meses este tipo de negocios, señalan que que las mujeres viven en el mismo local donde trabajan.

Una circunstancia que no extraña dados los precios inmobiliarios que se manejan en el municipio. Y que, además, coincidiría con las cifras que manejan las entidades que atienden a personas en situación de prostitución. De hecho, según la memoria conjunta de la Xarxa d’Atenció Directa a Persones que Exerceixen la Prostitució a Palma (XADPEP), seis de cada diez mujeres viven y trabajan en la misma habitación en la que trabajan. Es decir, no disponen de un espacio en el que puedan vivir con cierta privacidad.

Esta circunstancia, la de convertir locales comerciales en viviendas ilegales podría ser, según fuentes municipales, una puerta para que los vecinos denuncien y soliciten la retirada de la licencia de actividad de estos establecimientos. Estos negocios se publicitan como establecimientos de masajes y cuentan con licencia de centro de estética, masajes terapéuticos o peluquería. Pero para que no haya lugar a equívoco, basta con hacer una búsqueda en Google y analizar las opiniones de los clientes. Muchos de ellos firman con nombre y apellidos y relatan experiencias con ‘servicios especiales’ y ‘final feliz’.

La presidenta de la Associació de Veïns de Son Armadams, Catalina Llompart, reconoce que «nos gustaría que desaparecieran», aunque reconocen su dificultad para erradicarla el barrio. Y para ello tendrían que ser los propietarios de los inmuebles los que hagan filtro antes de que se establezca un nuevo centro de masajes en la ciudad. Sin embargo, no es extraño ver un local nuevo cada mes en la zona, especialmente en Marquès de la Cenia. «Entendemos que les resulta muy fácil encontrar locales para alquilar porque a los propietarios les ofrecen el pago total de un año con antelación», afirma Llompart.

Ante este dispendio económico, muchos propietarios terminan sucumbiendo. «Por un local pequeñísimo aquí en el barrio pedían 1.800 euros al mes y al final lo alquilaron pagando todo el año a tocateja», afirma la presidenta de la asociación de vecinos. Es decir, 21.600 euros de una tacada y con la garantía de que no habrá impagos. «Esta persona que aceptó convertir su local en un centro de masajes es una persona mayor que cobra una triste pensión y sobrevive gracias a estos ingresos. Habrá gente que necesita estos ingresos para sobrevivir», reflexiona la presidenta de la asociación. En la zona se cuenta que hay locales que podrían suponer un desembolso único de 30.000 euros para pagar un año de alquiler.

«Estos precios inmobiliarios al final solo los pueden pagarlos prostíbulos. Con una licencia de centro de estética, sus empleadas no necesitan ni tener titulación de fisioterapeuta ni nada», afirma la presidenta de la asociación. Mientras tanto, los establecimientos cuentan con horarios que se expanden desde las nueve y media de la mañana hasta las once y media de la noche. Sus empleadas apenas salen de los establecimientos.

Contundencia

La entidad vecinal mantuvo una reunión con la concejalía de Urbanismo y «nos dijeron que serían muy contundentes» con el cumplimiento de la normativa. Los vecinos llevan meses denunciando el alboroto que provocan los clientes que se acercan a estos establecimientos por la noche. «Hay borrachos, extranjeros, mucho ruido y todo lo que este tipo de negocios conlleva». A raíz de un acuerdo con la Asociación China de Baleares (Achinib), que se ha ofrecido como mediadora, la cartelería de estos locales se disimulará. Esta semana ya había cambios.