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Durante una semana, la bahía de Palma se llenó de melones. Centenares de ellos se dispersaron flotando por el mar, desde s’Arenal hasta Porto Pí. Aquel extraño fenómeno meteorológico de tintes bíblicos se produjo en 1962 y todavía hay palmesanos que lo recuerdan. De hecho, se la conocen como ‘la inundación de los melones’, cuando una torrentada entró en un almacén de frutas y arrastró centenares de melones hasta la costa.

Los vecinos del Arenal siempre miran al cielo y nunca olvidan. Pese a que últimamente las lluvias se hacen desear, los residentes más veteranos saben que cuando aparecen las nubes negras hay que estar atentos. En su memoria tienen aún frescas las inundaciones que han asolado esta zona de Palma, que ha anegado sus casas, tiendas, sótanos y aparcamientos.

«Esto ha sido una cuestión de mala planificación urbanística a ambos lados del Torrent dels Jueus», la frontera que separa el municipio de Palma de Llucmajor y que atraviesa el Arenal. Quien habla es David Servera, presidente de la Associació de Veïns Amics de s’Arenal desde 2010, que acaba de publicar el libro Inundaciones en s’Arenal, donde recaba los testimonios de los vecinos más antiguos pero también bucea en documentos históricos para trazar una radiografía de un espacio urbano anegado por el agua. Este es el sino de s’Arenal.

«Tenemos dos torrentes, que además se desbordan: el del Jueus y el de Son Verí, que este ya está en el municipio de Llucmajor», cuenta Servera. A esto se suma la construcción desmedida que no es que construyera en los márgenes, «es que también lo hacía dentro del cauce», recuerda el investigador, que suele participar con sus trabajos en las Jornadas de Estudios Locales de Llucmajor.

Expectación vecinal por el desbordamiento del torrente dels Jueus en 1971.
Expectación vecinal por el desbordamiento del torrente dels Jueus en 1971.

«En s’Arenal hemos tenido muchas inundaciones graves. El último desbordamiento del Torrent des Jueus fue en 2001 pero en el de Son Verí todavía se recuerdan las de 1974, 1953 y la de 1983». Después de recabar en los testimonios de los vecinos, Servera recuerda que «nunca hubo víctimas mortales pero sí muchos daños materiales».

La construcción en los cauces secos durante el desarrollismo provocaba que, en cuanto aparecían las lluvias torrenciales, se inundaran viviendas, garajes, sótanos y establecimientos. «No había ningún muro de separación, incluso en los cauces se instalaban las puertas de acceso a las viviendas», recuerda el investigador.

Por este motivo, en 1962 la aparición de una gran torrentada provocó que muchos vecinos de s’Arenal se viesen atrapados en sus viviendas y tuvieran que ser rescatados por los tejados. «Mi padre me contó que en esa inundación fue a rescatar a diferentes personas y la fuerza del agua le arrastró hacia el mar. Ese recuerdo me llevó a escribir este libro», explica Servera.

En 1974, por ejemplo , se produjo otro fenómeno similar. «El Ajuntament de Llucmajor permitió construir dos piscinas en el cauce del torrente de Son Verí a dos hoteles, el que tiene el Amazonas y el Son Verí. Según Pedro Bonet, propietario del souvenir s’Aguila, «la inundación de 1974 se produjo por unas negligencia del Consistorio. Construyeron las piscinas y se dejó debajo de ellas una salida de agua con unos tubos de 1,30 de alto y tres metros de ancho». Con las generosas lluvias que producen en primavera y a finales de verano, esas tuberías resultaron del todo insuficientes y el desastre no tardó en llegar.

Primera línea de s’Arenal anegada por unas lluvias de 2010.
Primera línea de s’Arenal anegada por unas lluvias de 2010.

A esto se sumaba la cantidad de infraviviendas que existían (y aún perviven) en s’Arenal. Los años de boom turístico atrajeron a miles de peninsulares en busca de trabajo, lo que multiplicó la aparición de «barracas en los patios que luego se alquilaban o se improvisaban viviendas en los garajes y sótanos. En los años 50 llegaron a s’Arenal muchos trabajadores de Agramón, un pueblo de Albacete. Para acogerlos, alquilaban sótanos y trasteros donde se hacinaban y separaban las estancias por cortinas», explica Servera. Una situación que se sigue repitiendo 70 años después. «Ahora se alquilan bajos a africanos y sudamericanos y no precisamente a un precio regalado», denuncia.

El desbarajuste urbanístico propició los desastres del agua. «En 1962 hubo un proyecto para tapar el Torrent des Jueus para luego construir encima. El proyecto se desechó porque tres meses después se produjo una gran torrentada», dice el libro.

Una de las soluciones de ingeniería que se impulsó fue el CAZ, un canal subterráneo que recogía las aguas pluviales de primera y segunda línea de s’Arenal, recorre cinco kilómetros de la zona, desde Can Pastilla hasta el torrente d’es Jueus. Se inauguró en 1995 y ahora está de reforma. Aún así, los vecinos de s’Arenal siguen preocupados. «Queremos que limpien el Torrent d’es Jueus, está taponado por los pinos de la borrasca Filomena», reclama Alain Carbonell, presidente de la Associació de Veïns de s’Arenal.

El Ajuntament de Palma ha sustituido el informe de Recursos Hídricos por el de un técnico de Urbanisme para agilizar la concesión de licencias. Pero los vecinos de s’Arenal son conscientes del peligro del agua.