Los vecinos de la urbanización ilegal situada junto al Secar de la Real atribuyen a los responsables municipales un plan para degradar el asentamiento. | P. Pellicer

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«Nos sabemos la historia. Lo que quieren son imágenes de niños rodeados de basura como en Son Banya. Es lo que buscan porque lo que quieren es echar a los gitanos». Los vecinos de El Hoyo, la urbanización ilegal situada junto al Secar de la Real muestran su indignación por la falta de servicio de recogida de basuras. Manuel Alameda, más conocido como Mangote, que actúa como portavoz de los vecinos advierte de posibles consecuencias si Cort no comienza a dar servicios en la zona. «Los gitanos no nos responsabilizamos si alguien decide tirar la basura en medio de la calle en el Secar de la Real, si hay chavales que queman contenedores o se llevan los fusibles de las farolas», advierte. Apunta a la indignación de algunos de los residentes en la zona ante la progresiva retirada de servicios por parte de los responsables municipales anteriores y actuales a la urbanización, en un limbo legal desde que comenzaron los asentamientos, en los años setenta. Los vecinos consideran que se trata de una estrategia deliberada para provocar una marcha de los residentes o para poder tomar medidas más drásticas contra ellos y poderlos desalojar.

Hasta hace algo más de un año, los servicios de recogida de residuos sí tenían contenedores en El Hoyo. Los retiraron y los colocaron a unos trescientos metros de la entrada a la urbanización. Hace unas semanas volvió a cambiar la ubicación de los contenedores. Más lejos, «ahora están a más de medio kilómetro». Añade Mangote que el Ajuntament sostiene que las viviendas están en un terreno privado pero de uso público y que, en base a eso, la administración municipal rechaza proporcionar ningún tipo de servicio. También cuestionan la existencia de informes que alertan de que se trata de una zona inundable y, por lo tanto, no legalizable.

Además de la recogida de basuras, el otro gran problema para los residentes está en el alumbrado de las calles y en la falta de reparto del correo: «Las cartas las tiran por ahí en el suelo», denuncian. Ante la falta de luz, los propios vecinos han comprado lámparas que se alimentan con luz solar. El Ajuntament sí pinta las antiguas luminarias y se ocupa de mantenerlas, aunque no tienen suministro y permanecen apagadas.