El diácono de la iglesia de Son sardina, Francisco Nadal. | Pilar Pellicer

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La plaza de Son Sardina no es una plaza como tal, sino un espacio que en su momento cedió la iglesia del barrio gracias a un convenio firmado con el Ayuntamiento de Palma. De eso hace ya 30 años y ahora el contrato ha expirado, por lo que el espacio pasa a ser íntegramente de la parroquia. Asimismo, la iglesia también cede a los escoltes, los cossiers, a los dimonis enFOCats, al grupo de batucada y a los joves una sala para que dejen ahí su material y lleven a cabo sus actividades.
Hasta el momento su diácono, Francisco Nadal, no pedía nada a cambio, sin embargo, ahora dice que se tendría que recibir «un donativo» a cambio.

«No quiero cobrar nada por usar la plaza, solo pido que de 07.15 a 08.15 horas, los sábados, no haya ruido para celebrar la misa», dice Nadal. «Ahora, lo que sí quiero es algo por el uso del baño de la parroquia, por el agua y la luz y que si se rompe algo no lo tenga que asumir yo el gasto», añade.
El diácono admite que existen desavenencias entre él y la presidenta de la asociación de vecinos, ya que en el pasado ya discutieron por cuestiones parecidas. La última vez fue por el pilón metálico que hay en la plaza y corta el paso a los vehículos: «Se quita y se pone para que la vecina que vive en la plaza pueda entrar y salir de su casa con su coche», explica.

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La sala que cede la parroquia a los vecinos para dejar material. FOTO: Pilar Pellicer

El conflicto vino cuando la presidenta le dijo a Nadal que ese pilón debería estar bajado siempre, a lo que éste le contestó que la plaza era competencia de la iglesia y no de la asociación: «Me amenazó diciendo que pondría a la gente en contra de la parroquia y que metería presión. Si me agobia, si que daré un paso más ya sea con los locales cedidos o con la plaza».

Por el momento Nadal asegura que va a seguir cediendo ambos espacios, pero también que existe «una persecución de la asociación contra la parroquia», ya que el local de enfrente, Ca Ses Monges, donde también había un espacio para los vecinos, ha informado de que deben desalojar la sala que éste cedía, por lo que ahora «van contra mí». «Lo quieren todo, pero no dan nada. Tendrían que tomar ejemplo de los vecinos de Sa Garriga, que pregunta a la parroquia si pueden hacer uso de los espacios para las fiestas».