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La Plaça d’Espanya sigue en plena ebullición. Las obras de remodelación continúan y se prevé que ya estén listas a finales de julio o principios de agosto pero ya es posible ver el aspecto de su nuevo embaldosado, que deja atrás las polémicas losas de pizarra. Su fragilidad ante los golpes y la facilidad con la que provoca patinazos en cuanto caen cuatro gotas de agua había provocado el hartazgo de los transeúntes.

Las zonas valladas tapan los trabajos que se están llevando a cabo en la actualidad. La regidora de Infraestructures, Belén Soto, explicó que «para nosotros los cerramientos eran muy importantes. Hemos colocado carteles pidiendo disculpas para que no se vea la zona de trabajos, que todavía presenta un aspecto árido, lleno de polvo». Para la nueva Plaça d’Espanya habrá que esperar todavía unos meses pero ya se puede adivinar como será su aspecto final. La parte más laboriosa de este proyecto, que se inició a finales de la legislatura pasada, parece haber quedado atrás.

El coordinador general de Infraestructures, Juan José Lemm, señaló que «no se ve la obra enorme de Emaya, que ha sido un dolor de cabeza detrás de otro. Se han cambiado todas las redes de Emaya, las tuberías residuales y las de aguas potables, ademas de la arteria de agua y las pluviales. Se ha aprovechado la obra para hacer el cambio de tuberías», que datan de 1945.

Durante lo primeros meses de las obras se hizo un hallazgo arqueológico, que ya se esperaba: las murallas renacentistas de Palma que pasaban por la plaza. Juan Afán, técnico del Ajuntament de Palma, advirtió que «ya había previsión de que hubiese restos de las murallas, pero al hacer la excavación se ha comprobado que tenían una previsión superior a lo previsto». La empresa que está llevando a cabo la obra, Melchor Mascaró, ha hecho «filigranas con las tuberías para proteger los restos de las murallas. Para protegerlas, se han cubierto de una malla y una capa de mortero de cal».

No en vano allí estaba presente la Porta de Santa Margalida (o Porta Pintada, cuyo nombre se popularizó por las manchas rojas de este monumento), la vía por la que entró Jaume I el Conquistador acompañado de sus tropas para conquistar Madina Mayurqa el 31 de diciembre de 1229. En 1892 esta zona se rebautizó como la plaza de Joanot Colom, que tomó el nombre del líder de los agermanats, que hace cinco siglos desafiaron al régimen señorial y las oligarquías urbanas. No en vano, la cabeza de Joanot Colom estuvo expuesta durante 300 años en este enclave de Palma.

Las nuevas losas son más resistentes y a prueba de resbalones

Estas murallas permanecieron en pie hasta que el 27 de febrero amanecieron destruidas, pese a que había sido declarado monumento nacional y muchas voces de intelectuales de la época estaban a favor de su conservación. Nacía así una gran explanada que permitiría la expansión de la ciudad.

Antigua imagen de la Plaza de España y la estatua de Jaime I

Momento de la construcción de la escultura de Jaume I

Para resarcir de este derribo llevado a cabo con nocturnidad y alevosía por el Consistorio de la época, se colocó una escultura de Jaume I para homenajear la entrada del conquistador en Ciutat. Ya no quedan restos, a simple vista, de estas murallas, pero el actual Consistorio ha querido que se recuerden. Así, con la llega del nuevo equipo de gobierno «se ha llevado a cabo una modificación del proyecto y aquí el pavimento juega un papel importante».

Antigua imagen de la Plaza de España

Hubo voces que reclamaron que se colocara un cristal para poder contemplar los restos de la muralla derribada hace más de 120 años, al final se ha optado por «colocar el pavimento con sombreado allá por donde transcurría la muralla. Queremos mostrar el camino por el que se entraba a la ciudad, así como los bastiones». Las losas más rugosas mostrarán donde se situaba el foso que rodeaba la ciudad y una platina de latón delimitará las baldosas para que el palmesano de a pie pueda comprobar el tamaño colosal de las añoradas murallas.

Las nuevas losas son más resistentes y a prueba de resbalones

«Queríamos darle una vuelta más al proyecto y mostrar una impronta cultural porque se trata de un lugar emblemático», dijo Soto. La estatua de Jaume I también se someterá a una rehabilitación y se pondrá de relieve el papel del palomar y la estación meteorológica, más conocida como es barómetro, obra de Gaspar Bennazar en 1910.

La nueva plaza pretende ahora convertirse en un punto cultural y patrimonial, para recordar a los palmesanos la importancia de este enclave. El ficus también contará con una iluminación especial que respeta la normativa y las jardineras dispondrán de plantas y flores que aportarán color a la plaza.
La Plaça d’Espanya se despide del carril bici pero ya está en plena cuenta atrás para abrirse de nuevo a la ciudadanía y revelar su pasado.