La fachada modernista de la Mercería Nadal. | Jaume Morey

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Cuando el barrio de Santa Catalina era el Raval de Santa Catalina y distaba mucho de la zona chic en la que se ha convertido hoy, copada por restaurantes de postín y viviendas turísticas, vio allí la luz la Mercería Nadal. Han pasado 100 años desde entonces y este local de fachada modernista resiste el cambio de tendencias y la gentrificación. La labor de coser ha disminuido notablemente en las últimas décadas y el actual modelo de negocio de la zona arrincona a esta clase de locales de toda la vida que se ven obligados a reinventarse o especializarse para sobrevivir.

Historia

Hace once años, Catalina Nadal, hija del fundador, Miquel Nadal, un patrón de barco que fundó este establecimiento tras dejar el mar, traspasó la mercería a Lietina Binimelis, una clienta habitual que decidió hacerse cargo del negocio con la idea de que la tienda sobreviviera a la familia que le da nombre y no perdiera su esencia. La nueva propietaria realizó en ese momento una serie de reformas fiel, no obstante, a la estructura y el característico espíritu de tienda de barrio de toda la vida.

En el año 2019 la Mercería Nadal fue incluida en el catálogo de comercios emblemáticos que elabora el Ajuntament de Palma con la intención de dar visibilidad y proteger a este tipo de establecimientos en los que la atención individualizada, la relación personal entre vendedor y comprador y la idiosincrasia genuina del comercio suelen ser valores innegociables.

De momento, el colorido mosaico de objetos de todas las formas, tamaños y utilidades que se encuentran en el interior de este establecimiento centenario capea, al igual que su fundador, las mareas de la gentrificación.

Los dedales, hilos, botones y cremalleras deben ser como los personajes de la película Toy Story en la que los juguetes cobran vida y luchan por no pasar de moda, lo que les condenaría a un futuro incierto lejos de la que ha sido su casa en los últimos lustros.