El futuro más inmediato es desolador: una familia con niños dormirá en un camión, junto a las caravanas de Son Güells, y los demás buscan una solución de urgencia, aunque algunono descartaba dormir en la calle. «Estamos noqueados, no sabemos dónde ir», decía uno de los padres de familia, que tiene dos hijos, una niña de 13 años y un chico de 17 que quiere acabar sus estudios en el instituto.
La comitiva judicial procedió al lanzamiento y la propiedad, una conocida inmobiliaria mallorquina, procederá a su derribo. Atrás quedan los dos años en los que estas familias han ido retirando toneladas de escombros para hacer más habitable. Joan Segura, de Stop Desahucios, señaló que «se han negado a aplicar el decreto ley de vulnerabilidad por la COVID y ahora, con la Ley de Vivienda, no deberían desahuciar a familias con menores pero el juez no ha respondido a los requerimientos».
Consuelo Vargas es una de las personas que hasta este viernes residía en esta casa abandonada y que, junto con los otros vecinos, han ido arreglando para hacerla algo más habitable. «Soy víctima de violencia de género y no puedo volver a mi tierra. Pedimos un poco de compasión. Solo queremos estar aquí cuatro meses más para acabar la temporada turística», suplicaba Vargas. Los desahuciados se dedican a la venta de fruta en la playa, la recogida de chatarra o la venta ambulante. «Queremos alquilar una vivienda pero no tenemos ningún contrato que nos permita acceder a una vivienda», lamentan. Algunas de estas familias tuvieron que refugiarse en Mallorca hace dos años tras ser desterrados de Madrid: «Estamos amenazados de muerte por una cosa que ni siquiera tiene que ver con nosotros, pero nos salpicó. La vida vale más que correr riesgos en Madrid, pero tampoco esto es vida».
Por su parte, la regidora de unidas Podemos, Lucía Muñoz, señaló que «un representante de la propiedad visitó a las familias y observó la ingente tarea de limpieza de escombros y basura, así como de restauración. Les dijo que se quedaran y ya hablarían». Además, denuncian que «una trabajadora social del Ajuntament no tuvo en cuanta la presencia de menores y no consideró la propiedad como una vivienda», por lo que se siguió adelante con el desahucio. Las familias alegan que no recibieron notificaciones del desahucio y no se han podido defender.
Tras una dura negociación de varias horas, la única opción que tenían las familias es que los menores de edad se quedaran solos en la propiedad pero los adultos tenían que desalojar la vivienda. Sin embargo, los padres se negaron a dejar sus hijos solos a cargo de varios adolescentes y prefirieron abandonar la propiedad sin violencia. La angustia era patente en adultos y menores. Una mujer recogía a toda prisa la ropa tendida y se encogía de hombros, desmoralizada. Dos adolescentes esperaban encerrados en su vivienda, que había sido alicatada y arreglada con esmero. Un libro de la Trilogía de Fuego de Joana Marcús descansaba en el regazo del chico, que a mediodía no sabía dónde iba a pasar la noche ni si podría seguir con sus estudios.
7 comentarios
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Cada caso es un mundo, pero no veo por ahí a la PAH, donde están? No se abrían peinado para la foto
Hay una serie muy buena, “Antidisturbios”, que explica muy bien por qué se hacen estos desahucios así, con prisas y sin miramientos. Cuando el piso okupado es de un particular no corren tanto los jueces ni las administraciones. Pero poderoso caballero es don dinero.
Para que sirven las de interculturalidad del Ajuntament de Palma que solo publican que van de fiestas. Primero ceses, luego poner gente competente que los oriente y los envíe a sitios menos saturados.
Así como se cuenta parece que los malos son los propietarios y eso tampoco es justo, imagino que habrá que darles una solución a los menores de edad y a la persona que está a la espera de una operación pero los demás pueden volver a la Península y trabajar...
ma non troppoSi no tienes trabajo, ponte a formarte, si no tienes piso, ponte a trabajar y sobre todo no tengas hijos...pero claro, hay que casarse a lo grande y luego ya si eso se buscarán la vida y si no va bien pues a lloriquear y a chupar de las ayuditas.
En la península seguro que encuentran viviendas asequibles. No entiendo esa necesidad de venir a vivir a Mallorca y vender fruta en la playa, cosa que está totalmente prohibida.
Hay que tener el corazón de piedra para que estas cosas no te afecten, pero... ¿por qué todos terminan en Mallorca? En Mallorca y en las otras islas pueden vivir unos, pero no todos. Es imposible. ¿No hay un sólo rincón en la Península donde puedan vivir decentemente? El mundo está muy mal repartido. Los hay que tienen pisos, pero no hijos.... y a buen entendedor pocas palabras bastan. Les deseo que todos puedan vivir lo mejor posible.