Imagen de lo que fue Villa Teresa, reducida a escombros. | Gabriel Alomar

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Villa Teresa, en El Terreno, ya solo es un recuerdo. Las excavadoras han derribado toda la casa, incluida la fachada que permanecía en pie con su doble galería de inspiración colonial, dotada de balaustrada y ocho columnas, con tejado tradicional. Cuyos elementos, por su carácter representativo en el historial del barrio, ARCA había solicitado su recuperación. Meses atrás y durante una reforma, la casa sufrió un colapso central, que ocasionó su pérdida total. Fue necesario incluso cortar la calle, sin acceso al vecindario durante semanas.

Villa Teresa acogió al célebre pintor Alexis Macedonski durante las décadas de los años 40 y 50. Su significación en la memoria artística y cultural de Palma ha quedado reflejada en algunos libros sobre la historia del barrio y en especial en la guia ‘Un paseo por El Terreno’. Cuya portada es ilustrada con una foto tomada en torno a 1930, en la que destaca la imagen del célebre Hotel Mediterráneo.

Estado del solar tras el derribo. Foto: G.A.

En la ficha de Villa Teresa ubicada en la pintoresca calle Polvorín, cada día más desfigurada respecto a su fisonomía original, se incluye un extracto de la biografía del pintor y su relación con Mallorca durante los años en que la casa ahora desaparecida, fue su hogar y en parte el escenario donde el artista plasmó su inspiración en el lienzo. Y en cuyo pie de foto indica ‘se conserva igual’ y así ha sido durante su siglo de existencia, cuya imagen ha constituido parte del alma de un barrio que, con preocupante intensidad va perdiendo sus signos identitarios.

Las casas singulares, -muchas de las cuales centenarias-, han sido las grandes olvidadas del patrimonio histórico. Su desaparición es una tendencia que se sucede en Palma y en la actualidad a un ritmo sin precedentes. Desde el insólito derribo de la finca de Son Matet, que daba nombre a la calle y al propio barrio, el goteo sucesivo de demoliciones de edificios emblemáticos, ha sido constante.

Imagen retrospectiva de Villa Teresa. Foto: G.A.

Una larga lista de pérdidas

Miralmar, en Génova y que databa de 1926, fue una pérdida lamentable. Antes de ella, se derribó otra villa con un gran jardín de mediados del pasado siglo, en el acantilado de San Agustín. Le siguieron y antecedieron varias viviendas, como un conjunto de casitas, original del siglo XIX en El Terreno, junto a chalets emblemáticos de Cala Major. Ahora se derriban también casas con amplio terreno en parte arbolado, que es talado para construcciones masivas. Todas estas propiedades son vendidas sin cesar, algunas para reformas integrales y en muchos casos para la demolición, pese a su perfecto estado de conservación. Es el día a día de una ciudad que no para de crecer y de aumentar su densidad de población, aún a costa de su patrimonio histórico, su calidad de vida y su memoria sentimental.

Antigua imagen de Villa Teresa. Foto: G.A.

En este sentido, ARCA advierte: «hemos solicitado sin resultados una revisión del catálogo al detectar numerosas carencias». A tal efecto, la asociación apostilla «se favorece la demolición de casas originales y la eliminación de elementos que representan la huella de la historia, lo que determina una pérdida ambiental y paisajística».

ARCA asegura asimismo que debería establecerse un equilibrio entre la protección de edificios catalogados y el legítimo interés económico de propietarios y promotores. Con más ayudas para su rehabilitación y a efectos de imposición fiscal. Se trata en muchos casos de edificios singulares con elementos de interés en su arquitectura y perfectamente integrados en el paisaje, que han formado parte de la fisonomía de una calle o de todo un barrio.