El primer Kiosco Mallorca, en el Borne. | Nova Area

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A finales de los años 20’ un joven Vicente Rotger, fundador de la Distribuidora homónima, trabajaba en un pequeño negocio de venta de bebidas situado en el Paseo del Borne, en frente del kiosco de prensa que ya estaba allí. Vicente empezó a hacer recados para la mujer que gestionaba el kiosco en aquel entonces y cuando ésta se retiró, decidió quedárselo él. De esta manera, Nova Area, (Grupo Rotger) pasó a dirigir el punto de venta en 1927, lo que fue el preludio de un lucrativo negocio que se expandió con creces en los años 90’, con la apertura de hasta 14 puntos más de venta en Palma.

El primer concurso público del que se tiene registro data de 1977, cuando se abrieron dos puestos, uno en el Borne, conocido como Kiosco Mallorca, y otro en la plaça del Mercat, bajo el nombre de Actualidades. No sería hasta 1991 cuando se produciría la apertura de más de diez puntos de ventas en la ciudad. Algunos han perdurado hasta día de hoy, como es el caso del los de la Porta de Sant Antoni, La Rambla, el Borne y plaça del Mercat; mientras que otros han desaparecido, como ha pasado con el kiosco Es Tren, junto a la Estació del Tren de Sóller; el conocido como Sa Riera, en el Paseo Mallorca; el de la plaza Serralta y la plaza Madrid u otro que se hallaba en Can Pastilla.

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El kiosco del Borne en 1927. Foto: M.À.CAÑELLAS

Antonio Cabot, fue responsable de explotaciones de la red de librerías Rotger durante muchos años, ahora está jubilado, pero aún recuerda lo que supuso abrir tantos puntos: «Era complicado, tenías pedir autorización a tráfico para el desplazamiento de los camiones, se tenía que hacer de madrugada para no interferir, ibas acompañado de policías durante todo el recorrido. También había que avisar a la Policía Local al entrar en Palma para que te acompañaran durante todo el montaje y la parte de perforación se hacía también muy pronto por la mañana». También señala que el número y la ubicación de los mismos ha ido cambiando a lo largo de los años y que por ello coexisten distintos estilos de kioscos.

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El kiosco de La Rambla en 1991. Foto: M.À.CAÑELLAS

Josué Fernández también atesora muchos recuerdos de los puestos en la década de los años 90’, pues estuvo trabajando en el Kiosco Mallorca desde su apertura hasta el año 2000. «Estaba ubicada enfrente del Bar Tortuga, que ya no existe. Era un kiosco pequeñito, de un metro y medio por dos, pero tenía toda la prensa y revistas que existían y llegaban a Balears», explica. «Era un Tetris montarlo todo», bromea. «Tardábamos una hora y media en abrir y otra hora y media en cerrar. Empezábamos a montar todo entre las 04.00 y las 05.00 horas y a desmontar a las 19.30 horas, mientras aún vendíamos, para acabar a las 21.00 horas», rememora.

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El kiosco que había en los 90' en el Paseo Mallorca. FOTO: C.À.CAÑELLAS

«Había publicaciones, pero también vendíamos algo de alimentación, carretes de fotos y algunas cosas de papelería, para un olvido. Una de las clientas más ilustres del kiosco era la reina Sofía, que junto con su hermana, iba con mucha frecuencia y compraba revistas de decoración y prensa extranjera. Nos pedía que la avisáramos de cualquier publicación que saliera donde se hablara de Mallorca. Desde entonces, le servíamos toda la prensa al Palacio de Marivent: inglesa, alemana...», asegura. Esta no es la única cara conocida que pasó por el emblemático puesto del Born, Josué recuerda ver a «un montón de famosos», que eran clientes habituales, como Norma Duval, Joaquín Sabina, Jorge Burruchaga y Ernesto Valverde, entre otros muchos.

El segundo puesto que hubo en el Borne a partir de los 90'. FOTO: NOVA AREA

Puede que Mari Carmen, Nuria, Cati, Cristina y María, no traten en su día a día con la Casa Real o celebridades pero conocen de primera mano los kioscos que actualmente están operativos en Palma. Mari Carmen, por ejemplo, lleva diez años trabajando en el de la plaza Progreso. Nuria, en cambio, lleva poco tiempo en los kiosco, ahora está, de vez en cuando, en el de la plaza Rei Joan Carles I. Trabaja para la empresa desde hace 21 años y casi siempre ha estado en tienda. Cati por su parte es dependienta en el de la plaza del Mercat, desde la concesión de 2010.

Cristina trabaja en el kiosco de la plaça d’Espanya desde hace un año y medio. En su caso, vender ha sido un poco complicado algunos días por las obras que se están desarrollando desde hace más de un año en el espacio público. De hecho, al hablar con Cristina, nos acompaña de fondo el ruido de un martillo neumático. Asegura que la venta es regular, pero que los días que los trabajos se han realizado inmediatamente al lado del kiosco ha tenido que estrechar las puertas del mismo y le ha condicionado la venta, porque «pasaba menos gente». María empezó a trabajar de cara al público en los kioscos hace 30 años, de hecho, también estuvo en el Kiosco Mallorca en los 90’. Lo dejó durante un tiempo al quedarse embarazada: «Llevo 12 años en los kioscos de Progreso y la Rambla desde que volví», dice.

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María, lleva 12 años en el kiosco de La Rambla. FOTO: P.PELLICER

En cuanto al tipo de clientela, la mayoría son personas mayores y residentes. Con relación al turismo, también lo tienen claro: «Hay más gente local que extranjera», dice Mari Carmen. «El turismo no da tanto provecho, sobre todo el de cruceros, el de hoteles sí», asegura Cati. «Preguntan mucho, eso sí. Nos podrían poner una oficina de información aquí al lado», bromea. «El turista consume más postales que prensa», dice María.

Con el nuevo concurso que ha sacado Cort para la concesión y explotación de los kioscos, el de La Rambla desaparecerá y el de la Porta de Sant Antoni se trasladará al Mercat de l’Olivar, haciendo un total de cinco puntos de venta. «La Distribuidora tiene que estudiar aún como cuadrar la propuesta municipal en la configuración de los futuros kioscos. Hay que pensar como integrar los cajeros y la parte turística», explica la responsable de Marketing de Nova Area, María Berga.
Cuenta la anécdota de que en 2010 tuvieron un reto muy distinto al de ahora: «Nos costó mucho poner en hora los relojes antiguos, porque ya no había nadie que supiera hacerlo».