Imagen de dos vecinos de la calle Blanquerna tras retirarse el precinto del edificio que sufrió un derrumbe a finales del pasado mes de julio. | Jaume Morey

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El lunes a las tres y media de la tarde se retiró el precinto del edificio de la calle Blanquerna número 31. Los vecinos pudieron volver a sus hogares, antes de que se cumpliera el mes tras su precipitada marcha, después de que Cort informara de que ya podían volver. El 30 de julio tuvieron que dejar a toda prisa sus casas por peligro de derrumbe, después de que se hundiera el suelo de la peluquería que está en el bajo. La propietaria del negocio quedó atrapada pero no sufrió heridas de gravedad.

Con el recuerdo aún fresco del trágico hundimiento del edificio del Medusa Beach Club, en el Arenal, el Ajuntament de Palma activó de inmediato el protocolo que obligó a abandonar este edificio por precaución ante un posible derrumbe, así como el colindante, en la calle Guillem Massot 44, que permanece cerrado mientras en esta finca siguen realizando sus correspondientes obras.

Sara Ibáñez fue de las primeras vecinas que intentaron volver a su casa a mediodía, pero no pudo entrar porque aún estaba puesto el precinto. «Estos días he estado alojada en casa de mis padres. La mayoría de los vecinos han podido realojarse en casas de familiares o amigos». En los casos que no encontraban un lugar para dormir, el Consistorio les ha buscado hueco en albergues municipales.

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Jesús Valero, arquitecto de Tramiteco, está liderando las obras de reforma del edificio de Blanquerna, y advierte que «el motivo por el cual se hundió el suelo se debió a las filtraciones de las tuberías de aguas residuales, lo que hizo que se diluyeran los terrenos que sustentaban los edificios». El suelo quedó en el aire, sin apoyo, lo que provocó su hundimiento.

En este mes de trabajos urgentes Tramiteco comprobó que no se habían dañado los cimientos ni los muros de carga. La empresa constructora ha instalado nuevas tuberías y el edificio está en condiciones de volver a ser habitado. Aún se están acometiendo los arreglos para que los locales de la planta baja puedan volver a la actividad cuanto antes.

El lunes por la tarde iban cayendo a cuentagotas los vecinos, que ya podían volver a sus hogares. Habían salido con unas pocas pertenencias, siguiendo las instrucciones de los bomberos. Son conscientes de su buena suerte: los afectados de los edificios colindantes del derrumbe de la calle Polvorín, en El Terreno, tuvieron que esperan más que los de Blanquerna hasta que los técnicos dieron el visto bueno.