Santiago, Javier, Verónica y Juana María son algunos de los vecinos afectados. | Pere Bota

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El mal estado de un solar abandonado en la barriada de Génova trae de cabeza a los vecinos que lo colindan. Entre sus principales preocupaciones está el temor de que el exceso de vegetación que se concentra en el lugar pueda ocasionar un incendio en la zona. Situado entre las calles de Son Touet, Barranc, la Coma y Camí dels Reis, este terreno no cuenta con ningún mantenimiento por parte de su propietario, por lo que los árboles y la maleza crecen sin control y presionan las paredes de las casas adyacentes. Además, en su interior hay dos edificaciones antiguas que están provocando humedades en las viviendas de los vecinos: «Tienen las tejas rotas y crea filtraciones. He tenido que cambiar todos los muebles de una de las habitaciones y varios de la cocina», dice Verónica, una de las afectadas.

Javier tiene una terraza que da justo al problemático terreno: «En verano el olor es insoportable. Huele siempre a animales muertos y heces», critica. Y es que, el solar se ha convertido también en el lugar de encuentro de incontables gatos, que se reproducen por momentos, ratas e incluso erizos. «Un día me encontré medio cuerpo de un gato muerto en mi puerta», dice Javier; «las ratas me mordieron una noche el cableado del motor», añade Verónica. «Antes de la pandemia había okupas, pero se acabaron yendo porque se tapiaron las entradas. Cuando estaban aquí, estaba más tranquila porque al menos el sitio estaba cuidado», expone Juana María, que lleva más de 20 años viviendo en Génova.

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El solar está lleno de maleza y árboles.

La medida más urgente que reclaman los vecinos es un operativo de limpieza para prevenir posibles incendios: «Está muy sucio. Es un polvorín», dice el vicepresidente de la asociación vecinal del barrio, Santiago Menéndez. Además de hacer un buen saneamiento, «exigimos al Ajuntament que recepcione el terreno y haga un aparcamiento». De hecho, la entidad se reunirá en septiembre con el Consistorio para tratar varias problemáticas del vecindario, en la que se expondrá asimismo la «urgente necesidad» de hacer algo con este solar. «Nos sentimos completamente abandonados por las autoridades y estamos desesperados por una solución», asegura Verónica.

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Los gatos, ratas y erizos se concentran en el terreno.

Por último, esta vecina recalca que, como el solar no tiene seguro, «todos los daños que estamos sufriendo en nuestros domicilios los estamos pagando de nuestro propio bolsillo», ya que la empresa que tiene el terreno en propiedad «no se responsabiliza de nada».