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Miran con recelo al cielo pero también al torrente. La catástrofe de Levante, y la constatación de que el cambio climático tiene efectos graves en el Mediterráneo ha hecho que muchos vecinos muestren su preocupación. Para muestra, un botón. El viernes 1 de noviembre se decretó la alerta amarilla por lluvias en Palma y agentes de la Policía Local se acercaron hasta El Hoyo, que se encuentra en el Secar de la Real y requiere bajar por la acusada pendiente del estrecho Camí de na Verda. El Hoyo, como su propio nombre indica, se encuentra en una hondonada donde se despliega un centenar de viviendas junto al cauce del torrente de sa Riera. «Vino la Policía Local para avisarnos de que si había alerta roja nos teníamos que ir. Pero la gente se asustó y casi todas las familias se fueron con mantas a dormir a Son Espases», cuenta Manuel Alameda, más conocido como Mangote. El susto se ha apoderado de algunos vecinos.

Miquel Grimalt, geógrafo del grupo de investigación Climaris, de la UIB, advierte que «en el municipio de Palma desembocan ocho torrentes principales». Dos proceden de la Serra de Na Burguesa (Torrent del Malpas y de Sant Magí), tres nacen en los relieves centrales de la Serra (sa Riera, Torrent de Bàrbara y Torrent Gros) y otros tres se inician en el Pla de Mallorca y la Marina de Llucmajor (Síquia de Sant Jordi, Torrent des Jueus y Torrent de Son Verí, que aunque se encuentra en Llucmajor, afecta de lleno a las edificaciones de s’Arenal de Palma).

A estos hay que sumar otros cursos menores «potencialmente conflictivos como el Torrent de Cala Major o el Torrent de s’Aigo Dolça, además de los afluentes que alimentan a los ocho principales», dice el geógrafo. Para Grimalt «el potencial peligro de inundación depende tanto de la capacidad de los cursos para llevar un gran caudal (en este sentido los más peligrosos son sa Riera y sobretodo el Torrent Gros), como de la densidad de ocupación de sus riberas. En este caso son críticos los tramos finales del Torrent de Sant Magí, de Bàrbara y el Gros, así como los cursos que desembocan en s’Arenal».

El geógrafo añade «el factor final que puede añadir riesgo son las interferencias por actuaciones humanas aberrantes, desde canalizaciones ridículas, puentes minúsculos, hasta tramos cubiertos por calles o edificios. O incluso partes del recorrido totalmente anuladas». Estas circunstancias incrementan el riesgo hasta el extremo, «poniendo solo algunos casos de soterramiento de cursos se señalan el tramo final del torrent de Sant Magí o el de Bàrbara, prácticamente todo el recorrido del Torrent de s’Aigua Dolça o los diversos afluentes del Torrent de sa Vileta, que tras cruzar Son Xigala en una canalización mínima pasan a discurrir cubiertos».

Y en palabras de Grimalt, el mayor riesgo en caso de precipitaciones extraordinarias, está «los aparcamientos subterráneos y las plantas bajas. En caso de inundación, jamás se debe intentar ir a un área bajo el nivel para poner a salvo los bienes. Igualmente hay que insistir en que los vehículos no ofrecen ninguna seguridad: cuando el agua alcance la base de la carrocería, los coches se convierten en embarcaciones a la deriva de la que no se puede salir».

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La desconfianza cunde entre muchos vecinos. El barrio de Verge de Lluc se despliega a muy pocos metros del Torrent Gros. «Hay preocupación: no está limpio y las paredes se caen», dice Lola Rojas, vicepresidenta de la asociación de vecinos del barrio. Sin que se hayan producido precipitaciones históricas, ya advierte que «se nos suele inundar la zona del puente, sobre todo en la calle Greco. Los párkings que dan a la calle Aragón se nos hacen piscinas», dice. Y advierte que «lo que más miedo me da son las alcantarillas. Estamos ante un cambio climático con extremos cada vez más. Es un error no tener en cuenta esto».

Por su parte, el presidente de la asociación vecinal de El Terreno, Manuel Font, mantiene la calma: «Los dos grandes torrentes se mantienen limpios. Mientras sigan así estamos relativamente seguros». Sin embargo, a Font le preocupa un tercer terreno del que los expertos advierten pero que desconoce cuál es y pasa por su barrio: «Me gustaría que se informara más sobre este tercero, tengo una sospecha de cuál es pero quiero que lo diga un experto».

También habla de las características del barrio: «La pendiente que tiene El Terreno de Bellver al Passeig Marítim alcanza entre los 150 y los 200 metros de altura. Desde la calle Dos de Maig hasta Joan Miró no hay alcantarillado. Cuando llueve fuerte, el agua va por la calle», asegura. «La problemática que puede haber es que todo el barrio está delimitado por dos torrentes. Menos mal que hay bosque y chupa todo lo que baja de na Burguesa», añade. Font reconoce que «estaría bien un estudio hidrográfico de las zonas adyacentes a los torrentes».

Por su parte, en lo que va de año el Ajuntament de Palma ha llevado a cabo «un amplio operativo de limpieza en 12 torrentes que atraviesan la trama urbana de la ciudad». Las labores principales de limpieza y mantenimiento se desarrollaron en dos fases. «La primera fue a finales del primer trimestre, con el objetivo de limpiar los torrentes tras las lluvias de invierno. La segunda se hizo en los meses estivales, a modo de preparación para las lluvias otoñales, minimizando así riesgos y garantizando el flujo adecuado de los torrentes», señalaron fuentes municipales.

A raíz de la DANA que afectó a Palma en octubre, el área llevó a cabo una intervención extraordinaria en los cauces de los torrentes. Cort se encarga de los tramos que discurren por casco urbano y hasta la fecha se ha limpiado un área de 73.776 metros cuadrados de superficie en estos torrentes, que equivalen a 7.558 metros lineales. En total el Consistorio ha retirado 275 toneladas de residuos de los cauces de los torrentes.