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La gran ausente de la Revetla de Sant Sebastià de este año fue la lluvia. «Avui no plou», comentaban unas vecinas, esperando la salida del Drac de na Coca, en Cort. Pese a la noche gélida, las ‘torrades,   el fuego y la música se convirtieron en los protagonistas de una velada en la que Ciutat congrega a más de 50.000 personas, según los datos del Ajuntament de Palma. Y este domingo la asistencia fue multitudinaria, la más alta desde enero de 2010. Por eso, la Policía Local de Palma se vio obligada a establecer filtros en algunos accesos, como en la plaza de Sant Francesc ante la saturación que se vivió en momentos puntuales. Como ya sucediera el sábado por la tarde en Cort durante los tardeos previstos en el programa de fiestas, los agentes tuvieron que poner en marcha los protocolos de seguridad para impedir que las aglomeraciones pusieran en peligro la fiesta.

Fuentes policiales sobre el terreno informaron a este periódico que   fue necesario instalar barreras para mantener los espacios seguros y controlar que no se superara el aforo. «No está lleno, lo siguiente», aseguraron al ser consultadas por el cierre temporal que se aplicó en la plaza de Sant Francesc.

Desde 2010 no había habido tanta asistencia a la Revetla.

Hora antes del inicio oficial de los actos del encendido del fogueró major y del baile de los gegants, muchos ciudadanos ya fueron cogiendo sitio. Entre el público muchas familias con niños, que ocupaban las primera filas para no perder detalle y ansiosos ante la llegada del Drac de na Coca.

 Los Gegants Tomeu y Margalida salieron de Cort hacia la plaza Mayor para realizar el tradicional baile de gegants y capgrossos, acompañados de los xeremiers: Pep Toni Rubio, al tambor y flabiol y Eva Mestre, con la xeremia. Se movieron al ritmo de los temas tradicionales de Música Nostra y tras una actuación muy aplaudida y concurrida regresaron al Consistorio. Minutos después fue el turno para la colla de los guardianes del Drac de na Coca. Los dimonis golpearon el portón del Ajuntament para que este saliera y fuera escoltado por los miembros de la colla.

El alcalde de Palma, Jaime Martínez, acompañado por el presidente del Consell de Mallorca, Llorenç Galmés, y algunos regidores cerraban la comitiva, que avanzó    por una calle Olmos abarrotada de gente hasta la plaza Mayor y el gran fogueró. Más de cinco toneladas de leña, de madera de encina y pino habían sido previamente colocada por Tomás, Pep y ‘Xelet’, de la brigada municipal. «Este año hemos ampliado el diámetro para que tenga más aire y prenda mejor», comentó ‘Xelet’, quien desde hace 25 años prepara el fogueró que simula el encendido de todas las torradoras de Ciutat.

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De una sola y potente llamarada, el Drac de na Coca encendió la hoguera, ante el júbilo y exclamaciones de la gente. Rápidamente,  muchos se acercaron al fogueró para hacerse selfies y fotos de recuerdo bajo la mirada atenta de algunos vecinos de la Plaça Mayor que contemplaban desde sus balcones y ventanas el espectáculo.

El buen tiempo propició que mucha más gente que otros años saliera a torrar, algo que se reflejó a la hora de ocupar las parrillas. Hubo algunas quejas y malestar entre quienes, sobrassada o panceta en mano, buscaban un hueco para torrar. Otros, ansiosos, no esperaban a que el fuego se convirtiera en ascuas. La inexperiencia a la hora de torrar y la poca paciencia hizo que más de uno se quedase sin cenar o quemara en tiempo récord la longaniza y botifarrón.

Un año más, desde que se decidió incorporar las torradoras para veganos, destinadas a alimentos que no contienen proteína animal, no faltaron los roces y palabras fuera de tono entre quienes no entienden aun por qué no se puede compartir la parrilla. En la Plaça Major, un ciudadano se instaló su propia torradora portátil y lucía, sobre el caliu, sus pimientos, tomates y hamburguesas veganas.

 El ambiente en todas las plazas fue fantástico y algunos bares hicieron buena caja vendiendo bocadillos y bebidas. En la plaza del Mercat, dj Aparicio ponía música de jazz, swing, soul y pop, deleitando a quienes los presentes, que se pusieron a bailar, mientras que una pantalla gigante proyectaba videoclips de las canciones. Mucha gente prefirió esperar turno en el emblemático bar    Alaska, para tomar un perrito caliente o una de sus sabrosas hamburguesas. Pero ante tanta carga los fusibles saltaron en varias ocasiones.

 La Plaça de la Reina y la Plaça Juan Carlos I fueron dos de las más concurridas, especialmente por grupos de amigos que tras la cena quisieron seguir disfrutando con los conciertos. Algunos ciudadanos demostraron sus dotes de organización portando mesas plegables, sillas, neveras y fiambreras y mientras esperaban que la carne estuviera en su punto brindaban, con botellines de cerveza o vino en vaso de plástico.

La imagen este año ha sido muy distinta a la de las últimas ‘revetles. Una multitud se concentró en la mayoría de   calles, ávida de pasarlo bien y disfrutar de la fiesta. Esta ha sido sin duda la noticia destacada de esta Revetla.