Un molino, con algunas de las aspas colgando, en las proximidades de Sant Jordi. | F.F.

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Es una de las primeras estampas icónicas que se llevan los turistas cuando aterrizan en Mallorca. Los emblemáticos molinos de viento del Pla de Sant Jordi rodean la pista del aeropuerto de Son Sant Joan, pero con el paso de los años, la degradación de buena parte de este legado arquitectónico, histórico y etnográfico de la Isla llama la atención de esos pasajeros, pero también de quienes circulan por esa zona de la periferia del municipio de Palma.

Meses atrás, el Consell de Mallorca puso en marcha una línea de subvenciones para la zona del Pla de Sant Jordi, donde se calculaba que en un radio de unos 55 kilómetros se contabilizaba cerca de un millar de molinos de viento, un tercio de los más de de tres mil que se tienen censados en la Isla, la mayor parte de ellos de propiedad privada y una larga lista en estado de abandono o deterioro por abandono de las viviendas o por prescindir de su uso para extraer agua en una zona agrícola, especialmente, como la que los capitaliza.

La Asociación de Amigos de los Molinos y el Consell de Mallorca, este último con líneas como las subvenciones presentadas tiempo atrás para la zona del Pla de Sant Jordi, un programa plurianual entre 2024-27 -con una aportación de 3 millones de euros- y a través del cual los propietarios sólo tienen que aportar la licencia, los permisos y el material para la obra y la institución insular la redacción del proyecto y la mano de obra.

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Estimular a los propietarios para recuperar y reformar estos molinos de viento para la extracción de agua y su sistema de almacenamiento es la meta para intentar paliar una situación que, pese a que algunos de ellos están en buen estado de conservación y siguen cumpliendo con su función, deja imágenes tristes, como la de uno destrozado en Son Malferit, o muchos de ellos abandonados o sin aspas y incluso rueda a lo largo y ancho del Pla de Sant Jordi.

De esos casi 3.000 localizados por el Consell de Mallorca, la mayor cifra corresponde a los de extracción de agua, que ascienden a 2.445. De ellos, 1.050 están en Palma, 629 en Campos, 298 en Sa Pobla, 180 en Muro y 92 en Ses Salines, siendo apenas unos 60 de titularidad pública, lo que garantiza plenamente su conservación.

Estas infraestructuras se levantaron principalmente durante la segunda mitad del siglo XIX, con la finalidad de sacar agua del subsuelo -el Pla de Sant Jordi es una zona especialmente inundable- aprovechando la fuerza del viento. Con ello, se lograba regar las plantaciones y la rica huerta de la zona, que nutría principalmente a Palma, aprovechando el empuje del viento, más concretamente del Embat, en unas áreas llanas, incluso por debajo del nivel del mar, y próximas al litoral.

Mientras tanto, esa imagen se expande por largas extensiones de campo entre núcleos como Sant Jordi, s'Aranjassa, Son Ferriol, sa Casa Blanca o es Pil.larí, algunos de los cuales dan cobijo a esos molinos que languidecen en lo que es su epicentro, pese a que otras comarcas de Mallorca pueden exhibirlos.