El equipo de gobierno nacionalista de Santa Maria aprobó en el
pleno celebrado anteayer no conceder durante el plazo de un año más
licencias de obras para construir viviendas unifamiliares de nueva
planta en el suelo rústico del municipio. Esta medida no afectará a
las licencias solicitadas con anterioridad a la decisión de la
Corporación.
Durante el año en que estará vigente la suspensión de licencias,
el Ajuntament adoptará las medidas más adecuadas para modificar la
normativa urbanística municipal y limitar la construcción en fora
vila.
El alcalde, Mateu Morro, ha justificado que en la última década,
y especialmente desde 1997, ha habido un incremento espectacular
del número de licencias otorgadas para construir viviendas y
chalets en suelo rústico. Esta importante actividad constructora ha
supuesto «un claro deterioro del paisaje» y un importante consumo
de territorio. Además, el traslado de primeras y segundas viviendas
a foravila ha significado un importante aumento del consumo de
energía y, especialmente, de agua, lo que ha contribuido a reducir
la disponibilidad de agua para el abastecimiento urbano de Santa
Maria, pues muchos propietarios de viviendas en suelo rústico
destinan importante cantidades de líquido al riego de jardines y
huertos.
Por otra parte, el alcalde nacionalista ha señalado que en estos
momentos «existen maniobras especulativas» con la tierra y que
detrás de muchas operaciones de construcción de viviendas en el
campo sólo hay «un negocio urbanístico». De hecho, buena parte de
estas nuevas construcciones no son para santamariers, pues salen a
la venta a través de agencias inmobiliarias en el extranjero.
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