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Cientos de personas acudieron ayer a Can Picafort para participar en la tradicional amollada d'ànneres. Los ecologistas no hicieron acto de presencia y la «caza del pato» tuvo lugar en el marco de un ambiente festivo pasadas las doce de la mañana. De uno en uno, los patos fueron saliendo de sus jaulas mientras los mozos y mozas, que hubo de todo, intentaban con bastante éxito darles caza. A croll, a braza, valiéndose de flotadores, con aletas o sin ellas, hubo de todo, y fueron muchos los que se llevaron las aves a casa, quizás a la cazuela.

Algunos patos, más avispados que el resto, emprendieron el vuelo y consiguieron huir. La Policía Local confirmó al concluir el acto que «ha sido una jornada más tranquila de lo habitual». «No tenemos constancia de ninguna denuncia o inspección ni ha venido nadie con protestas», indicó un portavoz policial. Maria de Sansó, delegada balear de la Asociación de Defensa de los Animales (ADA), explicó a Ultima Hora : «Este año ni siquiera hemos ido a ver la suelta y no vamos a presentar denuncia porque después de tantos años de luchar vemos que no se hace nada. La decisión está ahora en manos de la Conselleria d'Agricultura». Maria de Sansó denuncia desde hace años la suelta de patos de Can Picafort al considerar que contradice la ley de defensa de los animales que prohibe las fiestas en las que los animales pueden sufrir daño o estrés, si esta fiesta no tiene una antigüedad superior a 100 años.

Can Picafort no logró demostrar que la suelta de patos haya cumplido un siglo, de manera que desde que comenzaron las denuncias, el Ajuntament de Santa Margalida se ha visto obligado a satisfacer el pago de las multas que impone la Conselleria d'Agricultura del Govern. La última de estas multas quedó sin efecto a consecuencia de un defecto de forma.