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Los vecinos de Sant Joan se lo pasaron en grande ayer en la ya tradicional Festa del Botifarró. Esta celebración, que se ha consolidado no sólo entre los santjoaners sino también entre los turistas que participaron en las variadas actividades, da a conocer uno de los productos más característico de este pueblo, como son los embutidos, y, más concretamente, los botifarrons y sobrasadas.

La Festa del Botifarró fue declarada de interés turístico en 1968, dos años después de la primera edición organizada por la Penya Motorista. Esta fiesta desapareció en 1991, pero en 1996 fue reactivada por los comerciantes de Sant Joan.

La celebración comenzó al mediodía y se prolongó hasta bien entrada la noche. La multitud estuvo concentrada en la Plaça de la Constitució, donde se abrió un punto de venta de botifarrons, sobrasada y carne de cerdo.

Ayer, cualquier momento del día era propicio para degustar un buen botifarró y los comensales hincaron el diente al sabroso embutido para comer, merendar y también cenar.

Los organizadores del evento colocaron parrillas de leña donde los participantes, que ayer batieron el récord de asistencia a la fiesta, pudieron asar sus manjares. Los dimonis hicieron las delicias de los más pequeños al salir acompañados por los xeremiers desde el Ajuntament hasta la Plaça de la Constitució. Una vez allí, la colla castellera Al·lots de Llevant levantó sus impresionantes torres humanas. Acto seguido, la agrupación Aires de Pagesia ofreció su repertorio de ball de bot para dar paso a las actuaciones musicales que amenizaron la velada.